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jueves, 1 de abril de 2010

¿Por qué demonios escribo este blog?

Esta pregunta no paro de repetírmela. En qué momento comenzó esta absurda dependencia. Esta medicina que me ha ayudado a resistir mis más profundos abismos emocionales. En qué instante decidí luchar contra las pocas neuronas que me quedan. En qué segundo me quede en cueros para que poder ser criticado por lo que siento y no por lo que digo.

Creo que la verdad es que escribo porque me encanta divagar y conocer hasta que punto lo absurdo puede apoderarse de mi mente. Sinceramente no se si sería un buen guionista de los Fruitis pero adoro escribir sobre las cosas más dispares. Escribo porque simplemente no se dibujar. Me gusta pintar las historias que recorren mi masa gris de distintas maneras. Cojo el pincel para desahogar mi ansiedad, como diría un amigo  por “autoayuda”. Hago mis retratos para que las palabras fluyan tal y como me salen, sin buscar la palabra adecuada, sin corregir su redacción, porque he perdido la goma de borrar.

Escribo por que no me importa perder, a pesar de lo que piensen algunos de los que me conocen. Escribo para desahogar todas mis frustraciones, para poder materializar mis incoherentes teorías por las que a lo largo de mi vida fui tan duramente criticado. Escribo porque en el fondo quiero demostrar que en todo lo que digo tengo mi parte de razón.
Escribo porque muchas veces me siento muy solo. Porque quiero compartir mis tristes sensaciones en medio de este aislamiento. Para poder seguir haciendo catarsis de toda la desesperación que recorre mi cuerpo. Para gritar al espacio que estoy aquí aunque nadie me oiga. Escribo para aprender a sentirme acompañado. Para saber que es eso de la fe. Para recibir un comentario que diga que entiende o comparte algo de lo que escribo.
Escribo para demostrarle a todo el mundo, que yo también se lo que es odiar, querer, obsesionarse, aburrirse, angustiarse, detestarse, no perder la esperanza, enamorarse, ilusionarse…Escribo porque no me importa que la gente sepa que sufro un desorden mental transitorio.
Escribo para poder criticar a toda esa gran cantidad de hipócritas y resentidos que me rodean. Escribo porque soy adicto a la provocación, para desenmascarar a los que nos engañan con sus falsas apariencias. Escribo porque no me importan que me insulten y me aborrezcan, la costumbre es el mejor antídoto. Quiero demostrar que no soy como ellos, sino un tipo normal que no tiene mal fondo. Escribo hasta que me dejen escribir.
Pero sobre todo, escribo porque mi alterego me lo pide. Se que se apodera de mi, que revisa cada una de mis palabras, si tú que me acompañas en cada una de mis tristezas y alegrías. Se que esta riendo mientras escribo este post. Lo sé. Escribo porque solo él sabe mi verdad, aunque no entienda mis contradicciones. Escribo porque durante un Rato me olvido de mi cuando termino cada post. Escribo porque creo que todavía queda algo en mí de soñador.
Escribo en este aburrido blog, que tanto detesto y amo, porque me sale de la web. Porque todo lo que escribo me olvido de censurarlo. Escribo para perdonarme y olvidar cada uno de mis errores. Para lavar mi conciencia y desnudar mis emociones. Escribo, finalmente porque realmente no soy yo quién escribe

martes, 23 de marzo de 2010

La libertad

La libertad ha dejado de ser para mi algo abstracto, no es más que poder sentarme solo en mi sillón después de trabajar.

sábado, 27 de febrero de 2010

Mi alterego y yo

No, no es un héroe y creo que tampoco tiene la más mínima pretensión de serlo. Como la inmensa mayoría de los mortales, necesita sentir para poder sentirse vivo. Al igual que yo, tiene aspiraciones humanas, y lo que más miedo le da, sea posiblemente, sobrevivir a los que más quiere.

Siempre que lo veo, esta preparado para marcharse, nunca piensa en acomodarse, aunque los que lo rodean puedan pensar todo lo contrario, porque si hay que dejarlo prefiere no aferrarse a lo que más le hace daño “los buenos recuerdos. Vive siempre con lo justo, no le gusta los aparentar ni los lujos. No se, pero tengo la sensación de que siempre tiene la apariencia de que todo le importa lo justo, un tipo frio quizás… Pero si queréis mi opinión, pienso que sería más justo decir que cuando algo de verdad le importa se aferra a ello hasta las últimas consecuencias, aunque muchas veces se equivoque y el fin no sea justo.

Su gesto amable, se ha perdido con el paso del tiempo, quizás por estar siempre preparado para marcharse, solo espera ese momento, porque esta seguro de que va a llegar. Pero sin algo lo admiro es que cada idea, valor, sentimiento, los vive con la máxima intensidad, porque si no, se va, sabe que allí ya no tiene su lugar. La verdad no le importa ni lo más mínimo el dinero, sabe lo que es vivir con lo justo, sin que ello tenga la más mínima repercusión en su felicidad. No le importa “el qué dirán”, ni que lo critiquen, salvo que quién lo haga sea alguien que realmente quiere y aprecia, porque la traición es lo que más le duele, no entiende ni quiere, esa doble moral con la que juegan muchos de lo que lo rodean, sabe que se mueven por intereses, que él considera vánales y que cuando se da cuenta, le duele, no veáis como le duele…Sabe entonces que como en tantas otras ocasiones, ha llegado el momento de coger la maleta.

Le asombra aquellos que les preocupa “el que diré”, como el le llama los queda bien, la verdad yo al igual que él, pienso que son una gente peligrosa, se que le dan miedo y es incapaz de ocultar su rechazo cuando intenta conservar con ellos…Es difícil, hablar con alguien que mide sus palabras bajo un estereotipo, un rol, que sea políticamente correcto en el circulo en el que se mueve, pero sus gestos, su mirada e incluso su paciencia, les delata y al final sabe que acabarán por descubrir su verdadero yo.

No le importa lo que suceda dentro de cien años, sabe que el mañana esta ahí, que no para de llegar a más de sesenta minutos a la hora. Solo le preocupa lo que esta pasando, ahora, porque es el momento en el que se siente y se padece. Se que no dice ni a mitad de lo que calla, y calla porque no quiere ofender, aunque cuando hablar parece que escupe puñales, que afilan sus palabras.

Tuvo en parte lo que soñó, pero como lo ha hecho una y otra vez en la vida, cogió esa maldita maleta y decidió como buen gallego, a emigrar hacia otro lugar en le que poder sentir y decir libremente, lo que los demás rechazaban, poder seguir pensando “en el qué diré”, con el máximo sosiego y con todo el ánimo de provocar a aquellos que su tremendo ego los ciega. Porque para poder ser fiel a sí mismo, es de los que sale corriendo si mirar atrás, para comprometerse. No es de los que avisa con palabras cuando está mal, pero tampoco intenta disimular cuando habla, las palabras parece tardan una décima segundo más en salir por su boca, mientras que su mirada, por mucho que lo intente, se acaba difuminando entre en el espacio.

Es uno de esos tipos que le gusta ladrar en público, pero en cambio ronronea en la intimidad. No quiere ni necesita ser un héroe, porque sabe que lo más difícil ya lo ha conseguido: “ser una persona”, con sus pocas cosas buenas y sus montañas de defectos, pero al fin y al cabo “una persona”.

Así es él: todo, nunca, siempre; ahora con y si ayer, mañana con y sin ahora. Lo que fue, lo que es y lo que será, lo que pudo haber sido, pero al fin y al cabo, se que seguirá siendo “él” y eso me reconforta. No digo que sea una persona excepcional, no es un héroe, tampoco lo pretende, solo intenta ganar su particular “lucha de gigantes”. Ese miedo a la enormidad, que le es tan necesario para seguir afrontando la vida con el corazón y no desde las vísceras, como muchos piensan, es un experto en dar la imagen equivocada de si mismo. Desde el punto de vista más racional, hace lo que puede y todo lo que debe desde sus valores.

Con todo, tengo que deciros que para mi es una persona imprescindible en mi vida. Es más que un hermano, que si o que no tengo, más que un padre que te quiere como hijo, más que un amigo que comprende de ti, lo que el quiere comprender, más que un socio si es que realmente tengo alguno, más que mi pareja compañera de viaje….

Él estuvo allí, la primera vez que yo no estuve, y por supuesto la última también. Se que esta ahí, lo siento, aunque no esté presente. En cada paso indiscreto que doy verdaderamente importante en mi vida, siempre, siempre, guiándome, con la tremenda responsabilidad que eso conlleva, sabiendo respectar mis decisiones, si es que realmente acabo por tomarlas.

Para terminar, porque todo tiene un fin, sólo un deseo: “cuando sea mayor, solo quiero ser uno de esos antihéroes, que sin superpoderes, ni antifaz, ni armas… vive como tú”.

Un abrazo, el que nunca me he atrevido a darte,

RATO