lunes, 25 de abril de 2011

Menuda nochecita


El sábado pasado cogí el bus por la noche, influenciando por las virtudes del transporte público que pregona nuestro alcalde. Alguno de vosotros estaréis pensando: ¿Virtudes?, vale, si, soy un poco ingenuo. Supongo que eso, a parte de mi pijamita, es lo que enternece a tantas mujeres.

En el post de hoy os voy a contar mi experiencia con el servicio nocturno de autobuses de mi ciudad. Así comienza mi peripecia:

Llegué a la parada de bus todo ilusionado, esperando que éste llegase como mucho en 5 minutos. Como vi que a la media hora no llegaba, cogí la estampita del niño Jesús que siempre llevo conmigo, encendí un velorio que mangué en un pafeto y recé con toda la fe que tenía en el bolsillo con la esperanza de que en las próximas  dos horas pasara el bus que me llevase hasta casa.

Al final parece que no tenía suficiente fe y el bus no paso en todo este tiempo. Pensé en alguna otra alternativa, pero la triste realidad es que la única forma de llegar a casa cuando acabas ciego perdido en una noche de juerga y ninguno de tus amigos te lleva porque va peor que tú, es el transporte público o el coche de San Fernando. Alguno de vosotros me dirá que el taxi es una alternativa, pero yo ya hace tiempo que la descarté, no por la crisis o porque sea un agarrado sino porque cuando estoy algo cocido, toda la gente que lo está menos que yo, levanta la mano más rápido y al final no hay manera de coger uno.

Siempre es la misma mierda, todo es por culpa de las malditas promociones. Empecé en un bareto  que tiene la típica oferta de 2X1 en cubatas, y como ninguno de mis amigos bebe ron, tuve que bebérmelos a pares. Luego, fui a un pafeto donde daban regalitos con cada copa de “Santa Teresa”, a mi la verdad es que estas cosas me pierden, y empecé a tomarte una tras otra, hasta que conseguí la camiseta, el llavero, las gafas de sol, la linterna, el sombrero, el pantalón pirata, las sandalias y un pijamita de asas. Aún me quedaban otros diez regalos, pero no podía más y abandoné. Me largué frustrado y bastante ciego, por cierto.

Mientras me dirigía a la parada tuve que atravesar un parque en el que no paré de hablar con las farolas, contándoles todas las chorradas que venían a la mente como si se tratará de algún amiguete. La verdad, es que ellas siempre me escuchan y nunca me interrumpen, no como los listos parchís de mis amigos que siempre me acaban cortando el rollo para contarme alguna de sus historietas o darme algún estúpido consejo. Todo parecía perfecto, hasta que me di cuenta que las farolas me contestaban y claro, me tiré dos horas hablando con ellas de lo divino y lo humano, ¡Dios, se me estará yendo la olla!

El domingo me pasé por el mismo parque y las farolas pasaban de mí. Me ignoraron completamente como si no me conocieran. Como si no hubieran estado toda la noche anterior de palique conmigo. Unas hijas de su madre, vamos.

Y llegados hasta este punto yo me pregunto: ¿Por qué todo lo que acabo encontrando los sábados por la noche, acaba pasando de mí el domingo?

Esta es otra pregunta para las que no tengo respuesta.

Un abrazo,

Rato Raro




PD: No recuerdo como he llegado a mi casa.

domingo, 17 de abril de 2011

Porque un clavo saca a otro clavo

Estoy cabizbajo, preocupado, dubitativo, ¡vaya estoy echo una mierda! He tomado una decisión que no es nada agradable. Esta tarde a las 18:00 horas, despediré a Jacqueline, no hay vuelta atrás, no sabéis como lo siento.

Os voy a contar lo que sucedió: últimamente yo veía que mi loft ya no brillaba tanto como antes, mi cuarto de baño ya no estaba reluciente, en mi cocina había tanto pelo de mi perra que parece el far west y al mirar por la ventana parecía que llevaba nublado tres meses. Yo salía a la calle, con mi plumífero, paraguas y un gorro de minero, pero hacía sol, no os podéis ni imaginar la vergüenza que pasaba cuando toda la gente mi miraba como si fuese un loco. Pero lo que pasaba es que mis cristales tenían un dedo de mierda que no dejaban pasar luz.

Lo peor fue este viernes por la tarde, llegue a mi loft y mi escarabajo de arcilla que me trajo una persona muy especial de Egipto y que me da tanta suerte, que tengo encima de mi ps3, estaba roto en mil pedazos y pegado para disimular. Casi me muero, mi vida se iba ir al carajo, mi buena estrella se había resquebrajado. Además de rompérmelo esta tía debe pensar que soy un “gili”. Rompí a llorar, luego me puse pijamita, me metí en mi cama, me abrace a la almohada y dormí con todas mis penas.

Lo de ayer sábado fue demasiado, llegué a mi casa a las 23:30 horas, no porque estuviera viendo el Madrid-Barsa como vosotros, sino porque estaba terminando un trabajo en la oficina. Sólo quería ponerme cómodo al llegar a mi loft, me puse mi pijamita de lino, encendí un poco de incienso, puse mi cd de grandes éxitos de música reiki e hice el pino puente, lo típico que suele hacer la gente con clase para relajarse. Cuando llevaba 30 minutos en esa incomoda postura, a parte de entrarme un dolor muy agudo en el lumbago, vi en el marco digital, que esta encima de mi tele de plasma HD, que la foto que tenía sobre Carmen, mi madre, estaba muy rara, parecía que tenía barba y pensé: Mi madre no me dijo nunca que se hubiera dejado barba, ¿qué hago yo abrazo al abuelo de Heidi?, ¿por qué ese señor ha poseído a mi madre? Automáticamente me acerque al marco digital y vi tanto polvo que era incapaz de distinguir la figura de mi santa mi madre.

Por ahí yo si que no paso, necesito siempre que mi madre este presente en mi loft, su sola imagen me da el consuelo que tantas veces necesito. ¡NO VOY A PERMITIR QUE NADIE LA PROFANE!

Por todo esto voy a despedir a Jacqueline y quiero aprovechar la oportunidad para ofrecer un puesto de trabajo:

Joven atractivo economista, necesita asistenta para limpiar su domicilio, da igual nacionalidad, lo que si necesito, es para que nos entendamos mejor, que no tengas más de 30 años. Tengo una habitación por si algún día se te hace un poco tarde y  quieres dormir en casa. Bien remunerada, fines de semana libres, puedes quitarme embutidos y refrescos de la nevera que me haré el “gili”, por favor mándame tu curriculum, si puede ser con fotos en ropa en ropa interior mejor a: nosoyunmendrugo@gmail.com

Un abrazo,

Rato Raro

martes, 12 de abril de 2011

Trabajo, amigos y limpieza


Hay momentos en los que parece que todo va bien, sin embargo en otros la vida te enseña los dientes. Llevo tanto tiempo enfrascado en mi trabajo que no me he dado cuenta que me he vuelto un lobo estepario. Si estas trabajando en varias cosas a la vez, llega el inexorable día en el que pierdes la conexión con el mundo real.

Durante los primeros días no me preocupé. Pero cuando llevo más de 3 meses sin ver a ninguno de mis amigos, me empiezo acojonar un poco. Me termino de acojonar del todo, cuando mis amigos me dicen que soy un puto amargado, que sólo les hablo de lo mal que me va en el trabajo y de la mierda de vida que llevo.

Al final, se que siempre me acabo reponiendo, e intento darle un vuelco a la vida con la mejor de las sonrisas.  Preparo mi agenda para pasar una temporada de turismo por casa de amigos y familiares, recuperando así la conexión con el mundo terrenal. Aunque, para ser sincero, suelo acabar medio desquiciado en cada casa, porque cuando dejo de contar mis putos problemas, son ellos quienes me cuentan los suyos, con lo que no me queda más remedio que joderme y escuchar. Si no lo hago se mosquean, dejan de ser mis amigos y me obligan a buscarme otra gente con nuevas manías y problemas que no conozco, hasta que me vuelvo a cansar de escucharlos y el bucle se repite hasta el infinito. Por eso, he decidido estar, cuando pueda, con los mismos amigos de siempre, aunque es mucho más rutinario, me ahorro tiempo y trabajo.

Cuando llegue el día en el que vuelva a tener un montón de curro, ese que acabará ocupando 16 horas de mi triste vida, las otras 8 horas las dedico a descansar, volveré a vivir como un zombi solitario.

Algunos pensarán que no tengo derecho a quejarme porque ahora tengo más pasta (aunque lo que cobro siga siendo una miseria), pero no tengo tiempo ni para limpiar mi casa. Así que  a principios de año acabe contratando a alguien para que se ocupara de ello. Le dije a mi madre que se encargará de la selección. Ella con muy bien criterio me acabo escogiendo a una chica soltera de mis años,  que no esta nada mal. Así, por lo menos, cuando entre en mi casa y la vea, mis ojos, mi corazón y mí... se acabarán llevando una alegría. La verdad, es que no puedo quejar, ella siempre se preocupa porque mi “loft” este perfecto. Ahora cuando vuelvo a casa lo flipo en colores, la veo perfectamente limpia, mis camisas perfectamente planchadas, mi armario ordenado...parece que la vida me vuelve a mostrar su lado más amable, gracias a alguien que se ha empeñado en limpiarla y ordenarla.

Ya no me preocupo de lavadora,  ni de limpiar la bañera, sólo me preocupo de dejar los calcetines y calzoncillos en el cesto de la ropa sucia, no quiero que piense que soy un guarro. Los problemas me surgieron cuando me dejó una lista con mil productos que tenía que comprar. Desconocía que hubiese tanta variedad, para los que no lo sepan como yo, existen productos para la cocina, el baño, la loza, la ropa, el suelo, los muebles, los cristales y unos cuantos más de los que ahora no me acuerdo. ¡Joder!, antes de contratarla solo tenía tres: uno para la loza, otro para la lavadora y  como no la lejía (el producto de limpieza que sirve para todo, si tu casa esta sucia: la desinfectas con lejía y ya no corres ningún riesgo de contraer alguna extraña enfermedad).

Lo peor es que la semana pasada no pudo venir porque se encontraba mal y tuve que hacer las labores de la casa durante el fin de semana. Me decidí a limpiar con la enorme gama de productos que ahora tengo, pero como no tengo ni puta idea de para qué sirve cada uno, los destapé, los olí un poco y los fui usando a discreción. La verdad es que hice algunas mezclas que olían bastante bien. Soy consciente de que probablemente haya terminado lavando los calzoncillos con lavavajillas y que usará el limpia cristales para lavar la loza, pero yo no he notado nada. Sinceramente pienso que todos funcionan igual, pero por no herir sus sentimientos prefiero no decírselo a la chica de la limpieza. Ahora, gracias a la experiencia de este fin de semana, he desarrollado una técnica cuasi perfecta para una limpieza magnifica que consiste en usar tres líquidos de diferente color escogidos a boleo, para cada cosa. Esta técnica es casi infalible, sólo falla a la hora de fregar el suelo. ¡Qué quebraderos de cabeza me ha ocasionado su limpieza!

Le he dado mil vueltas a mi cabeza y  he pedido consejo a todas mis vecinitas, pero me hablan de mil productos que después de haberme dejado medio sueldo, mi suelo sigue igual de sucio. Os diré que incluso compré ese fregasuelos que anuncian en la tele donde una señora le quita el tapón y le sale un genio que le deja el suelo como un espejo. Pero siempre que voy a la compra me acaban engañando, me lo vendieron sin genio  o se debió morir dentro del recipiente. Llevo 24 horas con el envase abierto y el genio sigue sin salir. He seguido probando más productos, pero nada.  Me ha quedado el suelo raro, como pegajoso. Lleno de pelos de mi perra que he intentado quitar con una espátula, que también se me ha quedado pegada y no puedo quitarla.

He llegado a la conclusión, de que lo que realmente ocurre, es que la gente que se dedica profesionalmente a la limpieza y las madres conocen un ingrediente secreto que transmiten solo cuando consideran que tú puedes valerte por ti mismo, sin pedirles ayuda. Mi madre a pesar de mis treinta y tantos, considera que todavía no he llegado a esta fase de la vida.

Tengo que reconocer públicamente que he observado sigilosamente a mi chica de la limpieza, escondido tras las cortinas para ver el ingrediente secreto que utiliza (¡vale!, también porque me gusta ver su trasero cuando se agacha), pero lo debe echar en algún momento en el que me  descuido o mi mente se pone a pensar en... Yo os juro que intentado limpiar el suelo con los mismos productos de limpieza que ella usa, pero es que no hay ni punto de comparación. Ahora que estoy a punto de meterme en el sobre, he llegado a la conclusión de que debe tener un frasquito con el ingrediente secreto entre sus ropas y que lo echa sigilosamente cuando no la veo. Tiene que haber una razón especial para que nadie quiera desvelarlo. Después de darle mucho a la olla creo que debe existir alguna amenaza de cortarles la lengua o sabe dios que tipo de tortura indochina, si desvelan el ingrediente secreto. No puede existir otra explicación. Al menos esta vez, yo no la tengo.

Un abrazo,

Rato Raro






  

domingo, 3 de abril de 2011

L´amour

El pasado fin de semana conocí a una francesita, a la que le acabe enseñando mi pijamita. Lo bueno de liarte con una extranjera es que si tú no sabes su idioma y ella tampoco sabe ni gota de español, increíblemente te acabas entendiendo casi sin ningún problema. Bien sea por signos o bien con un inglés al estilo de los que hablan los indios de los western de Hollywood, llegas a mantener una relación idílica, donde no existe  ninguna discusión porque el tiempo que dura la relación suele ser menor que el que te lleva aprender el idioma de tu ligue.

La verdad es que los rollitos con guiris están bien, lo malo es que se acaban muy rápido. Los rollitos de primavera también me gustan, pero con salsa agridulce de los chinos.

Una vez, la cagué, cuando una tía entro en mi corazón y se quedo a vivir en él. Lo peor es que ella nunca me pagó el alquiler de la parte de corazón que estaba ocupando y que nunca abandonará de todo, a lo largo de mi vida. ¡La verdad, no quiero volver a pasar por esto!

Me he inventado un buen sistema para que esto no me vuelva a suceder, que consiste en enrollarme con tías de las que lo único que atrae es su físico y con las que detesto mantener una conversación de más de 5 minutos. Sólo quiero complacer mis instintos y no perder más el tiempo.

Yo perdí la mayor parte de mi vida, si es que todavía me queda algo, con una mujer. Con una mujer que nunca me dijo que  no me quiso, pero tampoco me dijo que sí. ¡Eso es lo peor!

Si ella me hubiera dicho desde un principio que no me quería, cuando estaba medio enamorado, ¾ enamorado o tan sólo ¼, me hubiera ahorrado unas cuantas noches de borrachera, pesadillas y limpieza metal. Cuando después de un año me había desintoxicado me volvió a dar esperanzas y mi vida volvió a ser un infierno.

En lo que me reste de vida no quiero volver a ser un imbécil. Ya perdí la mayor parte con una mujer, la mujer de toda mi vida. Nos conocimos en la universidad, nos gustamos, nos enrollamos, incluso llegamos a vivir juntos, pero a ella las relaciones serias le agobiaban, así que se me fue escapando hasta que no éramos capaces de intercambiar más de tres frases al día.

A veces, parecía que todo iba a cambiar, ella parecía estar a gusto, pero siempre acababa ocurriendo algo que nos distanciaba. Recuerdo sus llamadas disculpándose, donde yo aún que jodidísimo  le acababa contestando que no pasaba nada. Recuerdo cuando quería decirle que quería dejarlo, como no me atrevía a decírselo a la cara, la llamé por teléfono y lo tenía apagado. Después, cogí un taxi, me fui al Puente de Rande para tirarme, pero cuando el taxista insistió en cobrarme la carrera de vuelta, me jodio tanto que decidí no suicidarme.

Finalmente opte por cambiarme de ciudad, volví a casa, a la que de verdad fue siempre mi casa, nada como estar junto al mar y amigos para superar tus problemas. Pero ella siempre me llamaba. Me decía que tenía muchas ganas de verme, que me echaba de menos, y al final acaba volviendo a quedar con ella, momento en el cual volvía a sentir su indiferencia. Así que cuando me volvió a llamar y me pregunto cuándo nos volveríamos a ver, le dije:

-       Pues cuando me jubile  y quiera acabar con mi vida (¡gracias ZP por retrasar la edad de jubilación!) porque por el momento quiero ser feliz.

Como le puse tan difícil verme, ella se hizo azafata de vuelo con la intención de verme durante mis viajes de trabajo, ahora tengo miedo volar y si puedo me desplazo en otro medio de locomoción.

Durante años mi mente la sentía próxima. Es como si estuviéramos conectados mentalmente, de todos modos, la mayoría de las veces sus mensajes me llegaban entrecortados y otras veces simplemente se interrumpían (supongo porque simplemente se quedaba sin saldo mental).

Ahora que van pasando los años, tengo miedo a jubilarme, a que nos volvamos a ver ya viejecitos en un asilo de ancianos, y que me vuelva a robar el corazón.

Debemos asimilar los dos, que una vez llegado el final de nuestra vida, nuestra relación no pudo ser. Sólo puede arruinarnos nuestro descanso que nos toque juntos en el mismo cementerio, nicho con nicho, pero supongo que ocurriría algo que hiciese que moviesen mi cuerpo de lugar. Después, seguro que ella se haría zombi y me buscaría para poder devorarme los sesos.

Sinceramente nunca la he olvidado y a pesar de que en esta vida no pienso complicarme la existencia, sigo teniéndola en mi mente, sin ir más lejos,  creí verla  el otro día de funcionaria en la Xunta de Galicia. Esto sigue siendo difícil, espero que no me llamé, no quiero verla...quisiera seguir disfrutando de mis rollitos de primavera.

Un abrazo,

Rato Raro





domingo, 27 de marzo de 2011

¡QUÉ DURO ES QUE NO TE QUIERAN!


A mis treinta y tantos, después de unas cuantas relaciones de pareja, he llegado a la conclusión de que existen tres tipos de mujeres: las que me gustan y no me hacen puto caso, a las que les gusto y no les hago puto caso y a las que ni les gusto ni me gustan, con las que ahorro un motón tiempo y también se lo ahorran ellas.

Yo, debido a mi gran atractivo físico y mi pijamita, estoy especializado en las segundas, pero lo más común entre mis poco agraciados amigos es el primer tipo. Ellos siempre acaban perdiendo sus huesos por tías que por lo general los repugnan. Nunca cejan en su empeño e intentan ligárselas  de la mejor forma, obteniendo siempre los mismos resultados: los mandan a tomar viento. Después ellos heridos en su orgullo masculino las ponen siempre a parir: Todas las tías son... No sé como hacerles entender que ellas hacen de puta madre, grabarlo en vuestras oxidadas neuronas: ¡NO LES INTERESAIS Y PUNTO!, sin más putas historias. No sé por qué se empeñan en seguir ahí como mineros convencidos de que quizás ellas estén pasando un mal momento. Luego, siempre acaban recurriendo a sus amigas que le dan toda la información que ellos creen que necesitan. Y nada, siguen ahí, dando el coñazo, mientras la tía pasa de ellos.

Ayer me decía un amiguete:

-     Oye Rato, ¿qué crees que significa que me haya mandado un sms Yolanda?, contestando a uno que yo le había enviado con “bien gracias”, donde le preguntaba sobre si se encontraba bien después de la muerte de su perro. ¡Si pasará totalmente de mí no me hubiera contestado!, ¡yo creo que le molo!

No sabía como decirle: ¡TÚ LO QUE ERES ES GILIPOLLAS!, así que me calle, lo mire con cara de flipado y no le dije nada. Lo peor, es que él, se refugiaba en una serie de razonamientos pseudológicos que le había dado la mejor amiga de Yolanda. ¡COMÓ COÑO, NO SE DA CUENTA DE QUE LE DA LA RAZÓN PARA QUE SE QUEDE TRANQUILO! Al final acabe diciéndole:

-     ¡JOODERRRRRRRRRRR!, no seas ridículo tío, te contesta porque le has hecho una pregunta, la tía es educada y punto.

Pero nada, él se seguía aferrando a la esperanza, sigue loco por ella y considera una señal de amor irrefutable que la tía lo vea por la calle y le salude. El tipo se monta su película y me dice que todo va tiempo en popa, que ella está coladita por él. Para rematar, me acaba contando que cuando bajo a comprar el periódico, ella iba por la calle y le saludó, que seguro que ese encuentro no fue nada casual.

Yo le intente convencer de que es lógico que si alguien te conoce pues que te salude y que los encuentros casuales son bastantes probables si vives a menos de 100 m de distancia, pero nada este torpe argumento no logro convencerlo.

Yo entiendo que cuando te enamoras de alguien, tu vida cambia, si aún por encima te hace caso, todo parece perfecto. Las estupideces que hacías cada día para que “ELLA” se fijara en ti  van desapareciendo y los días vuelven a ser otra vez normales. Pero si “ELLA” no te hace caso, tu vida se convierte en un infierno.  En estas circunstancias, creo que solo quedan dos opciones: 1- Resignarte y olvidarte de “ELLA” o 2 – Ser un masoca y seguir ahí, hasta que la tía se acabe cambiando de ciudad o país no para no tener que ver tu careto.

Lo peor para mí, es tener que aguantar a un amigo que esta enamorado de una tía, que no le hace puto caso. Todas las conversaciones que acabas manteniendo con él, se acaban convirtiendo en monográficos, sobre esa pseudorelación. ¡Iluso de mi!, le intento dar mil opciones de todos los gustos y colores, pero él solo tiene una en la cabeza, seguir ahí hasta que ella acabe rendida en sus  brazos.

Lo peor es que tengo algún que otro amigo de profesión consejero sentimental, que le acaba diciendo:

-     Yo viví algo parecido una vez, me enamoré de una tía, ella no me hacía caso, mi vida era una autentica mierda. Así que me fui a Australia para olvidar, pero a ella le toco un viaje en una promoción de cervezas, nos vimos en el zoológico de Sidney. A ella le iba a morder un ornitorrinco, pero yo lo agarre por el pico y la salve, surgió el amor, nos casamos y ahora tenemos dos churumbeles.

Luego tengo otros amigos “the strategyman” que le dicen:

-     Tú lo que tienes que hacer es pasar de ella. Ni se te ocurra llamarla, no busques encuentros casuales, si quiere saber algo que te llame. Tú olvídate de ella. Ya veras que pronto se fijará en ti.

Pero evidentemente, ella nunca lo llamará y él acabará borracho perdido todos los fines de semana contándote lo mucho que esta sufriendo  y lo injusto que ha sido la vida con él.

Yo soy de los que piensa que la vida siempre te guarda una sorpresa. Aún que te prometas que no te vas a volver a enamorar, te empieza a gustar otra tía, con la que acabas saliendo. Cuando ya no puedes ser más feliz, todo cambia y tu relación se va a la mierda. Después de que “Ella” te deje, te acabas marchando a Australia a ver si encuentras a ese amor, que no te hacía caso, en el zoológico.

Un abrazo,

Rato Raro

domingo, 13 de marzo de 2011

Memorias de un parado cualquiera


Hoy ha sido un mal día. Me han invitado a marcharme de mi nuevo trabajo. ¡Para una puta vez que había conseguido un empleo estable de 6 días a tiempo  parcial!, mi jefe me dice que no he superado el período de prueba.

¿Ahora sin trabajo que hago? Supongo que lo de siempre...ver la televisión.

La tele para mi es un grandioso invento que me permite enterarme de todo lo que me quieren mostrar los que manejan los hilos, sin verme obligado a utilizar la única neurona que aún resiste en mi cerebro.

Pues nada, me dejaré caer en mi sofá y empezaré a practicar mi deporte favorito “hacer zapping y decidir cuál es el programa que solo vería bajo tortura en Guantánamo”. Posiblemente, el resultado final, sea el programa que tiene mayor audiencia.

Al día siguiente, me despertaré temprano, porque todavía mi mente, estará programada para levantarse a las 7:00 h, hora a la que me sonaba el maldito despertador cuando iba a trabajar. Como no tendré nada que hacer, encenderé  la televisión y veré las noticias. Antes me era imposible porque me levantaba con el tiempo justo para ducharme y tomarme un café mientras me vestía.

Me pregunto quién coño programa las noticias para esas horas, si los únicos que las ven son los parados, jubilados, tíos que vienen de juerga (todavía morados y se tragan cualquier cosa) y enfermos en hospitales que matan el tiempo, mientras la Seguridad Social trata de acabar con sus vidas.

Luego alrededor de las 12:00 de la mañana, cuando se supone que todos esos locos bajitos estarán en el colé, la tele no para de echar cosas dirigidas a ellos. Supongo que como en cuestiones como la política, la economía ect, aquí también hay falta de dialogo social. Lo lógico sería que las cadenas de televisión se sentarán a negociar con los profesores para unificar horarios, pero vivimos en un país en el que nadie quiere entenderse.

Justo después de la programación infantil, comienzan los programas de marujeo. Esos que nos impiden que vayamos hacer la compra, limpiar la casa, cotillear con nuestros vecinos,... Son como una maldita droga, cada día que pasa tengo la necesidad imperiosa de saber todo lo que ocurre en Ambiciones, de si éste o aquél se han puesto los tarros, de si Ana Obregón se ha vuelto a someter a una nueva operación de cirugía estética, ¡dios, no puedo dejarlo!

¿Por qué lo hacen?, ¿quieren que nos muramos ahogados entre la mierda de nuestros hogares o por inanición y así ahorrarse el pago de nuestro subsidios o pensiones? ¡Joder!, esta puta crisis nos va acabar aniquilando a todos.

Por la tarde, veré algún culebrón o alguna peli que me deje anestesiado en el sofá. Si esto no funciona, pondré la teletienda, sus efectos  aunque más efectivos, son más demoledores para mi pequeño cerebro.

Yo creo que lo de los culebrones, es algún tipo de venganza de algún hechicero o chamán, de cuando los españoles conquistaron y espoliaron sus pueblos. Estos se dedicaron  a escribir miles de guiones con el objetivo de destruir de un modo despiadado la civilización de su enemigo.

Supongo que nos lo merecíamos. Pero, ¿Por qué no le pusieron los putos culebrones a Pizarro o a Hernán Cortes?, ¡joder!, yo no tengo nada que ver con la conquista. Creo que quién planeo esto, hizo bueno el dicho de “la venganza es un plato que se sirve frío”.

Al llegar la noche, me acabaré tragando la repetición de algún programa que haya visto a lo largo del día, para poder fijarme y reflexionar sobre los matices que he dejado escapar cuando me han llamado al teléfono y me han hecho un ofertón para ver todos los partidos gratis de la liga BBVA durante los seis primeros meses, si permanezco en el nuevo operador tan sólo durante cinco años.

Por culpa del señor Zapatero, estoy condenado a tragarme todo lo que vomita la televisión, incluidos los anuncios que tratan de hipnotizarme para que acabe gastándome, los cuatro duros que cobro con mi prestación de desempleo, en alguna cosa que no necesito para nada.

Y así paso los días, tragándome lo que ponen, día tras día, hasta que algún patético empleo me prive de los maravillosos momentos que paso frente a mi mejor amigo, la televisión.

Un abrazo,

Rato Raro

sábado, 5 de marzo de 2011

CENTOLOMAN


Una soleada y cálida noche del mes de febrero de 1975, en un hospital en forma de pirulí, Carmiña una embarazada primeriza que iba a ser madre, estaba a punto de dar a luz. Mitigaba sus nervios escuchando el consultorio de Elena Francis en la habitación que le habían asignado, cuando en un corte publicitario rompió aguas. Después de escuchar sus quejidos, las enfermeras la llevaron inmediatamente al paritorio. Sin casi tiempo para tumbarse en la camilla, el bebe asomo un poco la cabecilla, era de color rojizo, con los ojos muy negros, muy pequeñitos que no paraban de moverse de un lado para otro, al estilo Marujita Díaz. Al asomarse un poco más, el equipo médico se dio cuenta de que tenía la cabeza en forma de pera, llena de espinillitas, con dos tenazitas  y otras ocho patitas más con uñas tan largas como las de Raimundo Amador.

El médico con gesto contrariado y con mucho cuidado para que ninguna de las uñas del bebe dañara el útero, acabo de sacarlo. Carmiña, la madre dijo:


- Doctor, ¿Qué ha sido?


- Señora, ha tenido usted un centollo, pero quédese usted tranquila, es fresco y de la ría.

Carmiña se quedo un rato pensativa y dijo:

-Doctor, no sé si podré hacerlo feliz, nuestro piso es muy seco y esta lejos de la playa.

En ese momento entro Pepe su marido y le pregunto:

- Cieliño, ¿qué hemos tenido?
- Te lo voy a decir poco a poco, hemos tenido un CEN-TO-LLI-TO.

Pepe entonces se puso muy serio y le dijo:

-¡Ya sabía yo que me los ponías con el pescadero!

Pepe se fue dando un portazo y Carmiña se quedo sola con un centollo recién nacido. El tiempo fue pasando y nuestro amiguito se fue dando cuenta que no podía hurgarse la nariz como el resto de los demás niños, tampoco podía jugar a la pelota porque siempre acababa pinchándola con una de sus tenazitas y verse en el espejo era para él un suplicio. Cada día estaba más triste, le era duro mirar hacia adelante cuando sus patitas lo llevaban una y otra vez hacia atrás.

Carmiña, después de ver las cuatro partes de “Liberad a Willy” con el pescadero, decidió que tenía que cambiar la vida de su hijito, quería volver a verlo reír (si es que los centollos ríen). Lo llevó al puerto y lo soltó al mar, el pequeño con lagrimillas en los ojitos desapareció entre las olas.

Unos meses más tarde, cuando Carmiña estaba superando la perdida de su niño, fue invitada a la boda de su prima “la de Bouzas”. En el banquete le sacaron como primer plato una fuente de centollos. Carmiña estaba hablando con una amiga, cuando cogió un centollo, le iba a quitar una patita, cuando: ¡Oh, Redios!, era su hijito. Carmiña cogió el centollo y le hizo el boca a boca de una forma compulsiva. El centollo empezó a toser y echo agua por la boca. Llamó rápidamente una ambulancia, lo ingresaron en la UVCI (unidad de vigilancia de centollos intensiva). El centollito se recupero, su madre lo llevo a casa y le monto un acuario.

Vivieron felices para siempre y colorín, colorado este cuento se ha acabado.

Un abrazo,

Rato Raro