domingo, 16 de diciembre de 2012

¡PERO QUÉ GRANDE ES!

Al volver de mis vacaciones de Tailandia, noté algo extraño en mi vientre, un bultito de color rosáceo, que me pica con tan solo mirarlo.  Esto tiene toda la pinta de que me va a llevar directamente al otro barrio.

Ayer quise compartir mi preocupación con Yoli, la vecinita cachonda del segundo izquierda, y se lo enseñe. 

Cuando lo vio,  me dijo con cara de espanto:

- ¡Dios mío, pero que grande es!

Yo le contesté muy irritado:

- ¡Joder, céntrate en el bulto y deja de mirar a Decker! (la llamo cariñosamente así por los taladros Black and Decker), comprenderás que a punto de estirar la pata como estoy, lo que menos me importa ahora, es el SEXO.

¡Señor, esto no para de crecer!... (¡Pero que mente tan sucia tenéis!, me refiero al bulto y no al tesoro que guardo entre las piernas). Ayer cuando salía del supermercado, se me acercó un segurata y me dijo:

- Por favor, caballero, quiere sacarse la butifarra que lleva escondida.

 ¿A qué butifarra se refiere buen hombre?, si es la que llevo entre las piernas, no pienso enseñarla en público.

- No se haga usted el gracioso, me refiero a la que lleva debajo del jersey.

Lo miré avergonzado con ojos de cocker y le enseñe a Roxy (después del tiempo que pasamos juntos he acabado por ponerle nombre al bulto)...Se quedó pálido, me pidió disculpas y les dijo a las cajeras:

 Por favor, no le cobréis. Total para lo que le queda...

Y me dijo:

- No se lleve usted tantos yogures, si no va a tener tiempo a comerlos y le van a caducar.

Algunas miembras de mi pequeño harem están preocupadas, me han pedido que vaya al dermatólogo para ver si puede extraérmelo. Pero para quitarme esto, hace falta por lo menos una sierra eléctrica, y yo ya le tengo miedo a una simple agujita.  Además yo tengo muy mala suerte, seguro que cuando me lo estén quitando, le empieza a sonar el móvil al médico, me apunta a lo que hay un poquito más abajo y tengo que orinar sentado lo que me reste de vida.

¡Ay, mamacita, me hago caquita!

Hoy, después de mucho pensármelo y de tomarme un par  de litros de tequila, decidí ir al médico (hace ya más de 15 días que no voy y lo más probable es que no me eche de menos). Me encuentro en la sala de la espera de su consulta, mientras escribo las que pueden ser mis últimas palabras, esperando a que me llame... Lo más probable es que descubra alguna otra enfermedad mortal de la que todavía no se haya manifestado ninguno de sus síntomas. Sé que no debería haber viajado tan lejos...pero es que me muero por un buen masaje tailandés.

Un abrazo y tal vez un adiós,

Rato Raro

PD:

Saludos también de parte de Roxy

sábado, 3 de noviembre de 2012

FLORO EL EMPALADOR

Hace algún tiempo, más concretamente 1.200 años, 6 meses y 27 días, había una pequeña villa con sus montañas, sus nubes de algodón, sus pajarillos cantores y un sol precioso de día y tímido por la noche. Había un castillo en el que vivía un príncipe muy valiente y vigoroso, gran guerrero, con bigote, gafas de pasta y fular en el cuello. Sé que estos últimos detalles no son relevantes, pero me gusta ser lo más preciso posible.


Una mañana, el príncipe estaba preparando la silla de su caballo Leónidas para ir a la guerra. Llevaba más de 25 batallas en tres días. Cuando el valiente príncipe (un hombre luchador sin piedad) se disponía a ensillar su caballo para ir a la última batalla de la semana, el caballo le miró fijamente y le dio una coz en sus pelotas. En ese momento, el príncipe se puso azul y tras unos segundos de shock testicular, pegó un enorme chillido que se oyó en cada uno de los rincones de su enorme reino. De sus ojos no paraban de salir lágrimas que no podía secarse por tener ambas manos en sus partes nobles. Se quedó mirando para su caballo Leónidas, y después de lanzar más de mil y un improperios, le dio un tremendo puntapié que le golpeó en todo el prepucio.

Desde aquel día ambos cambiaron. No paraban de llorar cada vez que se sentaban junto al televisor, con sus pijamas de ositos, para ver una reposición medieval de la telenovela “Cristal”, mientras dibujaban corazones en una carpeta con las fotos de un tal Pedriño de “¿Quién quiere casarse con mi hijo?” Empezaron a llevar atuendos más coloridos y alegres, se hicieron mechas y se cortaron el flequillo very casual.

El príncipe y su bello corcel, seguían luchando en cada batalla sin piedad, cambiando la espada por la estaca, con la que empalaban, una y otra vez, a cada uno de los hombres a los que hacían prisioneros.

Un día su padre, el rey, preocupado por los métodos de tortura de su hijo, le dijo:

 Hijo, ¿Qué pollas estás haciendo?

A lo que el hijo le contestó:

- Padre, desde hoy seré el Príncipe Floro y mi bello corcel pasará a llamarse Leoncio. Quiero que sepas que desde recibí la coz, además de provocarme un desprendimiento parcial del huevo izquierdo, hizo que saliera mi autentico yo. ¡PAPA SOY UNA LOCA Y NO PARO DE PENSAR EN PENETRAR LINDOS TRASEROS!

- Hijo tengo que decir una cosa, llevo engañando 6 meses a tu madre con el bufón de la corte. ¡HIJO YO TAMBIÉN SOY...!

Antes de que su padre terminara de hablar, el príncipe Floro se fundió en un fuerte abrazo con él.

Y desde entonces, vivieron todos felices y comieron "perdices", excepto la madre que nunca pudo superar aquello y se hizo monja.

Un abrazo,

Rato Raro

sábado, 22 de septiembre de 2012

EL ASOMBROSO CASO DEL NIÑO MENGUANTE


Una vez en una bonita aldea, con su jardín, sus animales domésticos y sus cuencos de leche. Justo al lado del reformatorio y el cementerio vivía  una familia. Un día la madre dio a luz un precioso niño.  Los abuelitos estaban felices. Siempre se quedaban con el bebé cuando sus  padres se iban de fiesta. La verdad, es que a parte de cuidar de su nieto, no tenían otra cosa mejor que hacer que pagarle la hipoteca y las letras del coche a su hijo y nuera. Pasaron los meses y el niño ya sabía decir todas las palabras del diccionario, pero no crecía, de  hecho había menguado. Había pasado de los 65 cm, hasta los 62,8 cm en tan sólo 4 meses. Al principio eso preocupa mucho a su familia, pero después de un par de mojitos, se tomaron todo a risa y empezaron a tirarle trocitos de fruta a la cuna. Es más, le sacaban fotos y las subían al Facebook para que todos sus colegas pudiesen descojonarse.

Con 16 añitos el niño tan sólo medía 20 cm, así que su madre decidió que era el momento de dejar de darle el pecho para no correr el riesgo de ahogarlo. Para  poder seguir alimentándolo, compraba todas las mañanas quesitos Mini Babybel y miniembutidos Campofrío.

Un día, con 25 años,  mientras descansaba en la mano de su abuelito, vio una foto de sus padres, y contrariado por lo que estaba mirando preguntó:

- Abuelo, ¿por qué yo no salgo en esa fotito?, ¿es por qué soy tan pequeñito que no se me ve?

 No Little, es que ahí todavía no habías nacido.

 Entonces “abu”, ¿dónde estaba?

 Umm..., ¿pues dónde va a ser?.... en el pito de tu padre.

- Entonces el pito de papa tuvo que ser muy grande para que yo cupiera dentro.

- Je, Je...bueno no te creas que era para tanto..., al fin y al acabo cuando estabas allí eras muy pequeñito...

 ¿Más pequeño que ahora “abu”?

El abuelo, abrió los ojos como platos de sopa fría, cogió su lupa, lo miró con  dificultad durante unos instantes (la copa de orujo que había tomado para desayunar, le estaba creando algún tipo de trastrono en su visión) y le dijo:

- Claro que sí, por aquel tiempo, la única manera de verte era a través de un microscopio.

Pasaron los años, y con ellos fueron desapareciendo los centímetros de nuestro amiguito. Un día mientras usaba, en la bañera, como trampolín el pene prostático de su padre, resbaló  cayendo en el agujero del glande. El padre asustado agitó sus piernas, provocando un pequeño oleaje que acabo por arrastrar a nuestro pequeño amiguito a los testículos de su progenitor.

Nunca más consiguió salir de allí, a pesar de los esfuerzos de su madre por liberarlo (viagras escondidas en el desayuno de su padre, masturbaciones, felaciones y demás truquitos de mujer para provocar el éxtasis de su marido).

El corazón de su padre no pudo soportar tanto trasiego y acabo por pararse. Antes de enterrarlo la madre desesperada mandó extraer todo su semen, donándolo a una clínica de fertilización.

Después de robar el registro de donaciones, buscó a su hijo desesperadamente por todo el mundo, hasta que un día lo encontró en la vieja Mansión que tenían los nietos de Torrebruno en el Principado de Mónaco.

Después de explicarles todo lo ocurrido a sus padres pseudoadoptivos, estos decidieron darle de nuevo la custodia de nuestro amiguito.

Ahora viven juntos felices, en un mini piso de protección oficial, gracias a la pensión  que su madre recibe en concepto de viudedad.

Y colorín, colorado este cuento se ha esfumado...

Un abrazo,

Rato Raro


domingo, 26 de agosto de 2012

Te echo de menos Natacha


Me gusta luchar por las causas perdidas, los indefensos, los olvidados, de los que se han extinguido de nuestras casas. Del bocadillo de mantequilla. ¡Mamás!, ¿por qué  habéis marginado el bocata de mantequilla, con respecto al de chorizo, jamón y queso?

Os voy a contar porque llegue a esta conclusión. Este fin de semana me fui a visitar a mi hermana con el pretexto de ver a mi sobrino, y así tener alojamiento gratis y hacer un poco de turismo low cost por la Ciudad Condal. Ayer me levanté, a las doce de la mañana más o menos,  y me fui rápidamente a la cocina a preparar un  Nesquik acompañado de un rico bocata de Natacha para desayunar. Empecé a rebuscar en la nevera y sólo encontré envases de jamón serrano, jamón de pavo,  jamón york, chorizo, queso, mortadela con y sin aceitunas, chope y fuet, todos ellos envasados al vacío. No había ningún triste embutido al corte de la charcutería ni un rico bote de Nocilla. Es más,  me fije como el pan de molde los miraba fijamente: con la miguita triste.

Entonces llamé a mi sobrino y le dije:

Gael, la leche esta fría, ¡este microondas no caliente una mierda!, por favor tápate los oídos cuando diga mierda y no te me quedes mirando con cara de gorrilla, que ayer ya te solté 35 céntimos.  Por cierto, ¿tu madre no te prepara bocadillos de mantequilla?

-Gael se puso muy triste. Es más, noté como le temblaban las pupilas y se le humedecían, mientras le caía una lágrima por la mejilla. Parecía Marco cuando se enteró que su mama se había ido del país por culpa de Berlusconi. Me abrazó y me dijo:

-Tito Rato, no he vuelto a comer un bocadillo de Natacha, con chapatita y con tanto azúcar que pensé que iban a caer todos los dientes de leche, desde que el año pasado mamá te pagó 400 € para que te quedarás conmigo durante el Puente del Pilar.

En ese momento mi sobrino se puso las manitos en los ojos y salió corriendo para el baño para llorar y orinar. Entró su madre y le dije:

  Por favor, vete a consolarlo.

Así que me quede solo en la mesita de la cocina, calenté de nuevo el Nesquik, pero esta vez en la vitrocerámica y me lo tomé a sorbitos para poder disfrutarlo con calma. Cuando volvieron mi hermana y mi sobrino del baño, le dije a ella:

Por favor, puedes ir al super, comprar Natacha y hacerme un bocadillo de mantequilla. Bueno, uno no, dos.

Los dos se miraron incrédulamente:

 ¿Quieres también que te abanique cuando te lo comas?

  No te preocupes por el calor, ya pongo yo el ventilador.

Con una cara de mala hostia que recordaba a la de mi última relación cuasiestable, mi hermana salió y cerró la puerta de la entrada de un portazo y volvió a  los 39 minutos con una tarrina de mantequilla.

 ¿Quiere el señor que le haga ahora el bocadillo?
No, mejor me lo preparo yo y así le pongo la dosis exacta de azúcar y mantequilla. Eso sí, si  puedes prepáreme un zumito de naranja que estoy seco. 

Entonces mi hermana me miró y me dijo:

Pero si te acabas de ventilar todo el cartón de zumo de piña de dos litros.

Me puse rojo de la vergüenza pero le di la razón. Todos éramos felices. Cuando entró mi cuñado nos vio a mi sobrino y a mí comiendo nuestros respectivos bocadillos de mantequilla,  mientras mi hermana exprimía las naranjas de nuestro cuarto zumito.

Moraleja que poco cuesta hacer feliz a los que más quieres.

Un abrazo,

Rato Raro 

sábado, 11 de agosto de 2012

Ternera a la gallega

Aprovechando que estoy de vacaciones, he decidido utilizar como terapia de relajación la cocina, además de adentrarme en la aventura del misterioso mundo de la comida no precocinada. En esta entrada os dejo una de mis recetas made in Rato Raro.




Ingredientes:

Una ternera rubia gallega entera (se aconseja comprarla viva), un saco de patatas, doce repollos, 10 kg de garbanzos, 1.000 litros de agua, tres paquetitos de sal, dos cajas de vino albariño más o menos, depende de lo que beba la ternera, una gaita, una pandereta y dos conchas de vieira.

Sugerencia del chef:

Podéis acompañarla con unos pimientitos de Padrón (8 kilos aprox.) y un bollo de pan del Porriño.


Preparación:

Como he comentado antes, compramos una ternera viva de unos 150 kilos aproximadamente. Es importante conocer y entender un poco a la víctima antes de su fallecimiento. Como la ternera es un animal de costumbres, antes de cocinarlo, es importante meterlo un poco en ambiente. No olvidemos que la vamos hacer a la gallega.

Cuando transportéis la ternera a casa, decid que os la envuelvan o pondrá todo perdido. Nada más llegar, encerrad al animal en una habitación, sino tenéis una libre, podéis utilizar vuestra plaza de garaje, no pasa nada porque el coche duerma unos días en la calle. Es importante que adornéis su estancia con posters de Carlos Núñez, Susana Seivane y Cristina Pato. Le haremos al menos cuatro visitas diarias para controlar la evolución del animal. Cuando veamos que la ternera levanta las patas delanteras y las mueve compulsivamente de un lado para otro, llamad a un familiar o vecino para que toque la pandereta mientras vosotros lo dais todo con la gaita. Si en ese momento, os pide una copita de albariño, eso quiere decir que vamos por el buen camino.

Tatuadle en el brazo: “100 % gallega”. Ponedle una pañoleta en la cabeza, dejad seis botellas más de albariño (una copa también por sino le gusta beber a morro) y las dos conchas de vieira. Pasados dos días, empezaréis a oír aturuxos (grito agudo del folclore gallego), y el roce de las vieiras tocadas de manera compulsiva...Esto querrá decir que debemos pasar al segundo paso: ponedle la Rianxeira. Así conseguiremos que el animal baile y baile hasta que muera de lipotimia. Es una muerte sin ningún sufrimiento.

Descuartizarla (mejor con sierra eléctrica), y poner cuidadosamente cada pedazo en una tartera con agua hirviendo, a la que previamente le habremos añadido el saco de patatas, los repollos y la sal. Es importante quitarle las conchas vieira, la pañoleta, la copa y demás de accesorios antes de introducirla en el recipiente. Después de 40 minutos retirarla del fuego, y echarle el vino por encima (si es que el animal ha dejado algo).

De esta forma conseguiremos preparar una deliciosa ternera a la gallega. Eso sí, habremos perdido una amiga.

Un abrazo,

Rato Raro

jueves, 9 de agosto de 2012

Sólo tú

Durante toda mi vida,
he buscado sólo una cosa
que jamás he encontrado.

Con el paso de los años,
he encontrado más de un millón de cosas,
sin haberlas buscado,

¿Se puede ser feliz,
teniendo tanto
y queriendo tan poco?

Un abrazo,

Rato Raro

miércoles, 1 de agosto de 2012

Ponerse corbata perjudica seriamente la salud

Una de las cosas que más detesto de mi profesión, que a veces no se ni yo mismo cual es, es que hay que llevar corbata. Cada día siento como ese maldito nudo me ahoga la respiración...

Es increíble la cantidad de gente que se esta suicidando de un modo voluntario. Hay un sector de la población y en particular en el  micromundo de mi oficina  que prefiere correr el riesgo de morir por asfixia, antes de que su jefe lo vea desnudo sin su corbata. Con los 40º que marca estos días el termómetro de la farmacia de la esquina, veo como las corbatas apretadas les hacen saltar los ojos, convirtiendo mi lugar de trabajo en una charca de sudor llena de sapitos y alguna que otra rana.

Basándome en un estudio de investigación científica que llevo realizando desde que me han puesto ese yugo al cuello, puedo afirmar que las corbatas muy apretadas pueden provocar que se te hinchen las venas del cuello (sobre todo si eres jefe),las pelotas (en mi caso), sientas el latido del corazón en tus sienes, te pongas de color azul pitufo y pierdas los ojos detrás de algún que otro bonito trasero (bueno, para este último síntoma, supongo que no es imprescindible el uso de la corbata). En más de una boda, a la que por desgracia he tenido que asistir como invitado, he visto como el novio se apretó demasiado la corbata, no pudiendo llegar luego hasta el altar.

En el apartado de noticias de yahoo, una vez leí que un japo decidió no quitarse la corbata ni para dormir. Así, por la mañana, se ahorraba tiempo y se podía levantar 5 minutos más tarde (supongo que esto es consecuencia del famoso just in time). La llevó puesta más de 5 años seguidos hasta que un día, en el metro, se le cayó la cabeza entera al suelo. El sujeto en cuestión no se dio cuenta del percance hasta que dos paradas después le estalló la cabeza un niño, al confundirla con un  globo (supongo que el tio sería calvo).

También me he dado cuenta que si te aprietas mucho la corbata, cierras los ojos, aguantas la respiración, das unas palmaditas y bebes unas cuantas tazas café de Nespresso, provoca insomnio. Pero no todo es tan negativo, de hecho las corbatas pueden ser muy saludables para aquellas personas que tienen un exceso de actividad cerebral, reduciendo su riego sanguíneo, convirtiéndolas así, en seres intelectualmente más pausados.

Espero que Mercedes Milá lea este post y dedique uno de sus programas de investigación, tan interesantes, a este asfixiante tema.

Yo soy de los que piensa que hay alternativas a ponerse la corbata, como no ponérsela. En caso de que te de mucho la paliza tu jefe con este tema, quítate la corbata, tira con el traje y la camisa y hazte perroflauta, siempre podrás ganar unas monedillas haciendo pompas de jabón con tu corbata.

Un abrazo,

Rato Raro  


sábado, 28 de julio de 2012

¡A FOLLAR QUE SON DOS DÍAS!


No quiero aburriros después de cuatro meses, con la segunda parte de mi viaje a Cuba, en el que únicamente os iba a contar como me rompí un dedo del pie mientras me perseguía un cerdo, en la playa, que se quería comer mi bocadillo. En vez de eso, prefiero transmitiros todos los secretos que he aprendido sobre el sexo en la isla:

El primero de ellos es llamar a las cosas por su nombre, salvo que seas del PP y prefieras decir “hacer el amor” cuando realmente estas pensando en follar. Sino por qué nuestro dominatrix Mariano hace que nuestros ojetes se expandan tan rápido como el agujero de la capa de ozono. ¡Si eso es hacernos el amor, qué coño será que nos folle!... ¡Pues que lo sepas Mariano, a pesar del crecimiento de mi ano, me siento mal follado!

Otra cosa casi tan importante como llamar a las cosas por su nombre, son los espejos. Es vital seguir las indicaciones del feng shui para colocarlos en vuestros dormitorios. Así ponerlos en la pared o en el techo esta bien, pero nunca los debéis poner de pie en plan laberinto, porque te puedes perder y lo de que se trata es de follar y no de jugar al escondite.

Cuando presintáis que vais a tener la oportunidad de echar un polvete, es importante tomar un poquito de alcohol, por eso de que nos da confianza ya que después de unos meses sin mojar el churro, la autoestima se va perdiendo. Además ayuda a retrasar la eyaculación, algo necesario, para no irse con la emoción de conseguirlo al fin, a las primeras de cambio. Esta receta tiene sus riesgos si te excedes con las dosis, sin ir más lejos, a mí por ejemplo el fin de semana pasado, después de haberme pasado un poco con los mojitos, acabé follándome a un barril de vino con una fregona a los pies de mi cama.

Antes de clavar la banderilla, es importante jugar un poco. Con esto me refiero a los típicos juegos de cama, no saquéis el móvil y os pongáis a jugar al tetris, porque inevitablemente se pierde la pasión. Me refiero a jueguecillos como hacerse masajitos con aceites aromáticos, hacer un estriptis en plan Nueve semanas y media (mejor que lo haga vuestra pareja, es un consejo de vuestros espejos), incluso tiene su morbo decir insultos cariños en plan erótico como: “eres una guarilla”, y “tú mas”, “pues sí”...”ummm!!! eso sí que me gusta”. Queda terminante prohibido insultar a la familia al estilo: “tu madre huele mal”, “pues anda y vete a una pocilga con ella”...en ese preciso momento la cosa se nos ha ido de las manos y ahí ya no folla ni el Tato.

No descuidéis nunca el momento clave, “el orgasmo”, en ese momento siempre hay uno de los dos que se duerme (que por lo general sueles ser tú), mientras el otro se fuma un pitillo (siempre apetece uno, después del trabajo bien hecho). En principio si el del pitillo no se queda dormido, todo va bien. El problema surge cuando si lo hace, y un buen polvo acaba con dos personas desnudas con el 80% de su cuerpo quemado y un desalojo no bancario del edificio. Para evitar esto, es importante darle conversación al que esta fumando, hasta que este apague el pitillo (vigila que no lo haga en la caja de condones).

Es fundamental no reírse de tu pareja cuando esta delante de ti desnudo/a (¿os reis vosotros acaso cuando estáis como Dios os trajo al mundo delante de vuestro espejo?).Si no te mola su cuerpo, te piras y ya esta, que eso hace menos daño.

Tenéis que sentir a vuestra pareja como parte de vosotros mismos. Si mientras la acariciáis con los ojos cerrados, notas que tiene mucho bello y te chupa la mano, es que estáis con un chimpancé. Abre los ojos, échala/o de la habitación y dale un par de invitaciones para el circo que este verano esta en tu pueblo, seguro que allí encuentra algún animal que lo/a consuele.

Mientras estéis en la faena, no escuchéis a vuestro corazón, salvo que este haga piiiii, porque se estarán terminando las pilas del marcapasos y es necesario que te vistas (ante todo hay que mantener la dignidad) y llames urgentemente a una ambulancia.

Si seguís todos mis consejos os auguro intensos momentos de inhumano placer, aún que no estéis viviendo una aventura en el Caribe.

Un abrazo,

Rato Rao



domingo, 22 de abril de 2012

BAHÍA DE COCHINOS

Los últimos cuatro meses han sido un infierno. Mi novia me dejo por un militante argentino de las juventudes del PP, mi perrita Lupita decidió que vivía mejor en casa de mis padres y nunca más ha vuelto a pasar por mi loft, en el trabajo me han ascendido a jefe de equipo, cobrando lo mismo,  y trabajando una media tres horas más (por lo menos ahora mis compañeros me odian por una buena razón), mi mejor  amigo no  me perdona que me en una noche, bajo los efluvios del  abismo emocional en el que me encontraba  y el alcohol, me hubiese liado con su hermana y mi madre desde que tiene un amante ha dejado de plancharme las camisas.

Comprenderéis que toda esta conjunción interplanetaria, me ha llevado a recluirme en mi yo interior y apartarme de cualquier tipo de relación humana, incluso las provocadas por este diminuto espacio del mundo internaútico.  

Hace  un mes, agobiado por la retención de fluidos que mi clausura me estaba provocando, decidí coger unos días de vacaciones y marcharme al último reducto de la revolución feromonal.

Después de nueve terrible horas en un avión, llegué  a mi hotel en la Habana. Luego de asearme, y rociarme con Baron Dandy, salí del hotel rumbo al Malecón. Parecía un buen punto de partida de mi visita a la isla. No llevaba recorrido ni 100 metros, cuando una mulatita se me acercó y pregunto:

- ¡Oye gallego!, ¿a dónde vas?

Al Malecón... ¿Es todo recto, no?

No vayas mi amoooor, ahora mismo lo están fumigando por la epidemia de dengue de Haití.

Vaya...ya se me  ha fastidiado el plan.

No te preocupes  mi amoooor, yo te llevo de llevo de visita por la Habana Vieja.

¡Redios!, ¡me acaba de encontrarme a un ángel!, mi suerte parecía que estaba cambiando.

Cuando estabas a punto de llegar a la Habana Vieja, Yoany (así se llamaba la mulatita), me dijo:

 ¿Te gusta la música cubana mi amooor?

Pues la verdad es que no mucho.

Yo te voy a llevar a un localcito, aquí cerquita, donde hoy por ser su cumpleaños, da un conciertito Amaranto. Y ya veras como te empieza a gustar.

A mí en principio me parecía un poco raro que el tal Amaranto fuera dar un concierto a las 11:30 h de la mañana, pero bueno ya se sabe...otro país, otra cultura y un tremendo trasero que me cegaba, lo hacía bastante creíble.

Entramos un local, donde no había más gente que los tres morenos maromos que lo regentaban. Gracias a que iba con Yoany,  no me llevo mucho tiempo la elección de la mesa donde sentarnos, solo tuve que ponerme a su lado en el sito que ella había elegido.

-Voy a pedino uno negrones, pa ti pa mi y para los compañero del local ya verás lo rebueno que están mi amooor.

La verdad es que aquel líquido viscoso, no me gustaba demasiado, sabía algo así parecido como a coca cola sin gas bañada con miel. Cuando estaba por el segundo sorbo, salió un viejo desdentado con una guitarra roída al escenario,  y se puso a cantar canciones tradicionales cubanas. Cuando iba por la tercera canción, el Negrón empezó hacerme efecto sobre mi vejiga y no me quedo más remedio que ausentarme durante un rato de aquel paupérrimo espectáculo. Cuando bajaba las escaleras que llevaban al baño, vi un cartel donde aparecía la foto del fulano que estaba tocando, que ponía “Concierto todos los días”…En ese momento el Negrón se me fue subiendo a la cabeza y después de mingitar con rapidez, me dirigí a la mesa echo un basilisco, me senté, y tomé el último trago de Negrón y ...

Hoy no es el cumpleaños de Amaranto, ¿verdad?

 Claro que si mi amor

¿Y por supuesto el dengue de Haití no se ha extendido al Malecón?

Mientras me estaba acordando de toda la familia de Yoany, se acercó uno de los morenazos a venderme un Cd del puto Amaranto.  Momento en el cual, aproveche para preguntarle cuando era la fecha de cumpleaños del susodicho.  Contestándome que había sido el día 20 del mes pasado. Yoany agacho la mirada y yo me fui cagándome en todos los amiguitos que había conocido nada más llegar a Cuba.

Y colorín, colorado, este primer capítulo se ha terminado.

Un abrazo,

Rato Raro

domingo, 19 de febrero de 2012

Caminando hacia el abismo

Todo hace indicar que este año acabaremos en un precipicio compuesto por casi seis millones de parados; datos que  aunque nuestro actual presidente lamenta, aplica las mismas recetas que tanto critico del Señor de la ceja. Pero los datos son aún peores, si tenemos en cuenta que en el número de ocupados están formados por una importante representación de empleados a tiempo parcial, con contratos temporales y en algunos casos de dudosa legalidad. Lo peor, es que la mayoría son jóvenes, sobradamente preparados y los restantes no tendrán casi ninguna nueva oportunidad por su edad y formación.


Pensar que una profunda reforma laboral va a cambiar, para mejor, el futuro de los todavía trabajadores y desempleados, es una falacia. Me sorprende que alguien se pueda creer ese discurso en el que la culpa la tiene ese puñado trabajadores que tienen el privilegio de contar con un contrato fijo, con unas “altas” indemnizaciones de despido. Este argumento se resume en la idea de que los derechos de unos, suponen la precarización y el despido de otros. Siendo los empleados públicos los máximos culpables de este desaguisado, debiendo pagar por su delito, cobrando un salario cada vez menor.

Esta reforma laboral tiene el mismo sentido que uno de mis cuentecillos. Porque nuestra economía no destruye empleo por la rigideces en la normativa laboral, sino por un sistema empresarial poco competitivo.

Nuestra diferencia con el resto de países europeos que soportan esta crisis con unos niveles desempleo moderados o incluso bajos en el caso alemán, es que estos cuentan con un sistema empresarial mucho más competitivo que sabe reorganizarse para superar este bache, sin tener que bajar la persiana cuando el negocio dejé de nadar en la opulencia.

En vez, de intentar “ser mejores” (mejorar nuestra productividad, innovar, internacionalizarse...), es mejor suponer que si nuestros sueldos bajan lo suficiente, el despido es más barato y eliminamos las prestaciones, todo el mundo acabará encontrando un empleo. Tal vez, con un poco de suerte, Don Mariano, se logré crear un empleo precario y mal pagado que nos permita no vivir en la indigencia.

Un abrazo,

Rato Raro



sábado, 11 de febrero de 2012

Capítulo II: Súper Rato Raro en la Moncloa

Para los que no sois muy “avispillas”, os diré que este post se titula así porque es continuación de un post de anterior. Lo escribí bajo petición de soyquejica, así que si no os gusta, ir a su blog: soyquejica.blogspot.com y comentarle que la próxima vez, es mejor que se quede calladita.

Al día siguiente en el Palacio de La Moncloa...:

Presidente: Hoy es un gran día para la ciudadanía, Súper Rato, ha mostrado su decisión, valentía y algo que es tan raro en nuestros días, como preocuparse por ayudar a los demás. A la inmensa población de nuestro país nos gustaría poder ser tan raros como tú y poder auxiliar a todas esas niñas con problemas, que muchas veces  ni tan siquiera tienen para chuches. Es por eso que condecoro con la medalla del mérito de: “A arrimar el hombro”, a Super Rato Raro, ¡bravo hijo!, ¡bravo!

Di algo, la gente te esta escuchando

Super R.R: No merezco semejante homenaje... No me queda más remedio que devolver cuan importante distinción. Al fin al cabo, lo único que he hecho ha sido llamar por teléfono a los bomberos.

Presidente: ¡Redios!, ¡es tan Raro encontrar a alguien renuncie a lo que no se merece!

Público infantil: ¡Yo de mayor quiero ser como tú Super Rato Raro!

Público femenino: ¡Guapo!, ¡Cachondo!,..., ¡Ya no quedan machos alfo como tú!, ¡por favor, no dejes que se extinga la especie!

Grupis: ¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhh!...¡SI PUDIERA TE QUITABA ESE PIJAMITA TAN MONO CON LOS DIENTES!

Público masculino: ¡Qué si, joder, Rato al poder!...

Y colorín, colorado, otro día ha pasado, en la vida de este súper héroe, tan raro.


Una abrazo,

Simplemente Rato Raro