domingo, 19 de junio de 2011

El ojete de mis amigos


Como todos los sábados mis colegas y yo  estábamos reunidos tomando unos albariños a mediodía. Cuando de repente uno de ellos dijo:

-  ¡Un revuelto de grelos con gambas y otra ronda, por favor!

Todos nos reímos y seguimos allí tajándonos un poco más. Luego sobre las 16:05 h nos quedamos todos muy serios y uno que venía del WC dijo:

- ¡Oye!, ¿por qué no hablamos del tercer ojo humano?


La verdad, a todos  nos apeteció, al fin y al cabo el tercer ojo humano es un tema apasionante, de los que todos en mayor o menor medida tenemos algo que opinar. Era el momento en el que todos necesitamos un sitio tranquilo y agradable en el que poder divagar, así que cogimos un taxi, le dijimos que nos llevase a casa que íbamos a hablar del tercer ojo humano. El taxista no puso inconvenientes, nos llevo gratis e incluso subió a mi loft, porque le apetecía hablar del tema. Una vez en casa Soyunmendrugo que es un biólogo, escritor y enciclopedante amigo mío, quiso abrir el debate y dijo:

-  Soyunmendrugo: Hace unos años cuando se descubrió que la melatonina actuaba contra el envejecimiento  celular, la glándula pilenial se convirtió en el mayor receptor de nuestro cuerpo humano y de aquí surgió la energía pránica que sentó los cimentos de la filosofía oriental basada en el tercer ojo humano.
-   Todos: ¡Pero de que vas matado!, ¡Soyunmnedrugo que dices!, ¿a qué ojo te refieres so mamón?

Entonces, el muy serio dejo su licor café sobre el sinfonier y dijo:

-  Soyunmendrugo: Lógicamente hablo de los chacras y del ojo de la vida que se encuentra en el centro de cabeza.
-  Todos: ¡pero que vas a tener tú en el centro de tu cabeza! pero si por no tener, no tienes ni pelo.

Todos nos echamos a reír  abrazándonos. Nos quitamos las camisetas y le dijimos:

-  ¡Qué no tío!, que el tercer ojo es...Y ya por señas le explicamos a cual nos referíamos.

Mi amigo Razonesobvias se puso de pie para que Soyunmendrugo lo  tuviera más claro y este dijo:

-   ¡Aahhhhhh!, ¡tenía que haber imaginado que viniendo de vosotros no podría ser un tema serio y transcendental! y se hecho a reír.

Yo lo miré fijamente y le dije:

-       Mira Soyunmendrugo te digo una cosa, ¡coge tu puto licor café del sinfonier!, ¡cómo se caiga te vas a ir calentito!, ¡te voy a dar una patada en el tercer ojo que te vas a enterar!

Allí empezó el cachondeo, todos reíamos y decíamos:

-   ¡A ver, vamos a ver los ojos!

Ahí, me puse serio y dije:

-   ¡No, un respetito, no somos una panda de maricones!

Entonces dejamos la gilipollez y empezó un debate muy serio y llegamos a la conclusión de que el tercer ojo es muy importante, sobre todo en determinados momentos del día. Así, cada uno hablaba de sus experiencias, uno dijo:

-   ¡A mi es el ojo que más me pica!

Y yo dije:

-   ¡Pues no voy a ser yo quien te lo rasque!

A partir de ahí se abrió la veda y los demás dijeron:

-   Amigo 1: Para mí es el ojo que más se irrita
-   Rato: por lo menos tus dientes están cada vez más blancos
-   Amigo 2: Pues, yo llevo varios días con el tercer ojo cerrado
-   Rato: Pues habla con el que lo tiene irritado, a ver si puede ayudarte abrirlo.
-  Soyumendrugo: ¿Sabéis que al tercer ojo se le conoce por su diminutivo “ojete”?

Cuando dijo esta obviedad todos preferimos no gastar saliva en contestarle e hicimos como si no hubiera dicho nada.

Después de 6 o 7 horas de licor café y de un sinfonier teñido de negro, llegamos a la conclusión de que: ¡viva el tercer ojo!, que hay que apoyarlo y que a veces hay que empujarlo...

La verdad me encantan y aprendo muchísimo con estas charlas filosóficas con mis  amigos. Si alguno de vosotros se quiere unir a nuestro grupito, solo tiene que enviar un mail a: nosoyunmendrugo@gmail.com, prestarnos su casa y tener al menos 20 litros de alcohol por reunión.

Con la esperanza de encontrar nuevos amiguitos de los que aprender mucho, se despide,

Rato Raro

domingo, 12 de junio de 2011

NO ME IMPORTA NI UN PEPINO


Un pepino me ha hecho la vida imposible este fin de semana. ¿Cómo es posible que un maldito pepino me haga llorar de pena, hasta el punto que no he levantado cabeza?

Para ser más concreto, esto me ha pasado con el típico pepino de Murcia de tamaño estándar, ese que normalmente nos pasa a todos desapercibido.

El viernes por la noche hice una cena con unas amiguitas del gimnasio con los que hago spinning, una gente guapa, top y liberal, las típicas a las que como a mí les va muy bien en la vida, cosa que nos mola y nos lleva a reunirnos para reírnos del resto de la humanidad. Era una cena en plan “casual” y vegetariana, cosa que yo no entendí muy bien porque hice entrecot de buey, lo que hizo que todas se me quedaran mirando y pensando: ya está ahí el imbécil del pijamita.
Nos repartimos un poco el trabajo entre todos y una tal Silvia que yo no conocía de nada hizo una ensalada con lechuga de Cantimpalo, cebolletas en vinagre, atún (calvo claro), zanahoria de Motril, soja alemana y aceitunas en lata de Puerto Llano, bueno lo típico de una ensalada.

La cena acabó muy bien, brindamos todos con albariño y no paramos de reímos, con las típicas bromas:

-   ¿Qué le dice una zanahoria a un tomate?
-   ..................
-   ………………………
-   ..................
-   ………………………
Nada porque no hablan
-   ja,ja

Una vez que agotaron mis reservas de albariño y licor café, se fueron todas para su casa.

Hoy cuando me levanté, fui a la nevera a beber agua fría, un poco ajado, y cuando fui a cerrar la nevera oí:


  •          Desconocido: Ya está bien.
  •   Rato: Perdón, ¿con quién hablo?, ¿quién se dirige a mí?   Pensaba a lo mejor que alguna amiga mía estaba por ahí escondida y que quería jugar.
  •       Desconocido: Ya está bien, estoy aquí en el fondo de la nevera.

Miré, y vi un pepino solo y abandonado, de muy mala leche que me preguntaba:
  • Pepino: Perdona, ¿quién hizo la ensalada a noche?
  • Rato: Una tal Silvia
  • Pepino: ¿tú crees que hay derecho a que me dejes sólo aquí? ¡es que ya te vale!, ¡hacer una ensalada con soja alemana y sin pepino!, ¡Qué anormal!, ¡a quién se le ocurre después de hacer una ensalada, dejar un maldito  pepino ocupando espacio en la nevera!, ¿te jode que sea español?

Silvia si estas leyendo este post dime:

-   ¿Por qué no le has echado pepino a la ensalada?, ¿qué pasa no cogía en la ensaladera?, ¿no has leído que el pepino español no es el culpable de los males gastrointestinales?, ¿O acaso es que te produce arcadas metértelo en la boca?

El pepino se puso en plan chulo, se comió un yogurt natural, es decir, se mojó todo y me miró fijamente humedeciéndose los labios. Esto me acojonó y estuve todo el sábado sin salir de mi loft por posibles represarías pepineras. Llegado el domingo acabé con todas las tonterías y los miedos y hallé una solución: me lo metí despacito en la boca y me lo comí todo.

Al fin y al cabo, sería muy fuerte que a mí que he plantado cara a todos los porteros de discotecas de este país y de parte del extranjero, un solo pepino asqueroso me tuviese acojonado.

Bueno esto es todo lo más emocionante que me ha pasado el fin de semana, el próximo, si el ECOLI me lo permite, os seguiré contando mis últimas aventuras.

Un abrazo,

Rato Raro

viernes, 3 de junio de 2011

Memorias de un neurótico


Todos los días cuando salgo de mi loft, tengo la horrible sensación de que me olvidado algo, lo que me lleva a comprobar obsesivamente todos los bolsillos de mi traje y maletín del portátil, lo cual creo que yo, es una soberana estupidez, ¡con una vez tendría que ser suficiente! Pero no puedo...siempre tengo la impresión de que me dejo algo demasiado importante, incluso cuando corroboro que me llevo todas las cosas: clínex, llaves, cartera, USB, pincho de internet, pluma, molesquine, tarjetas de visita, barra de cacao, caramelos de menta, chicles, cepillo de dientes, hilo dental, mini pasta de dientes, escarabajo de la suerte, etc., sigo teniendo esa maldita sensación, y  en contra de toda lógica, vuelvo a comprobarlo al menos ocho veces más. Mi neurosis obsesiva acaba anulando al raciocinio de mi única neurona y después de verme varias veces en el espejo (sobre todo para ver que no llevo ningún moco en mis fosas nasales), vuelvo a comprobar que mi cartera sigue estando ahí, pero ya no encuentro...mis llaves, y vuelvo a empezar otra vez con ese maldito ritual desde el principio, hasta que el reloj acaba rompiendo ese bucle infinito diciéndome: te quedan 12:25 minutos para llegar al curro, tienes que dejarlo. Entonces me marcho enfadado conmigo mismo, repitiéndome que por culpa ser un puto neurótico, voy  a volver a llegar tarde otra vez.  Lo peor es que por el camino sigo teniendo esa estúpida sensación de haberme olvidado algo y no paro de limpiarme la nariz con un clínex que por suerte no me he olvidado.

Todo esto me hace sentir un maldito neurótico, me odio a mismo por ser así, mi neurosis siempre acaba venciendo a la lógica, y mi razón acaba deprimiéndose porque nadie le hace caso, terminando por hacerse amiga de mis sentimientos, quizás la parte más sensible e insegura de mí. Todo esto hace que mi vida se esté convirtiendo en un caos, viviendo constantemente en un  enorme mar de dudas, que impiden que me aclare. Así por ejemplo, cuando estoy conduciendo y tengo que decidir si giro a la derecha o a la izquierda en el mismo camino que he hecho al menos 20 veces, hago un repaso a todo lo que tengo guardo en el disco duro de mi memoria, el cual agobiado por mi neurosis me responde: “creo que la derecha, pero no estoy seguro”, ¿por qué no consultas con la intuición?”, la intuición presa del pánico por mi neurosis me acabo diciendo: “mmmm, yo diría a la izquierda” ,¡joder ese camino de ahí me suena!, pero también puede ser porque los haya visto en alguna foto, ¡REDIOS!, “estoy actuando como la lógica”. En ese momento solo pienso: “¡actúa rápido!” sino la puta maldita neurosis volverá acabándote loco.

Cada vez siento que estoy más loco, estoy perdiendo todas mis facultades mentales, ya no tomo ninguna decisión, solo me queda ponerme el pijama para convertirme en ese antihéroe irresponsable y dicharachero que ocupa la parte más oculta de mi cerebro, a la que acabo consultando: “oye Rato, tú qué harías izquierda o derecha”, y Rato me acaba diciendo: “Pues derecha, ¡qué cojones importa!, siempre me consultas cuando tu neurona e intuición falla, pero recuerda que a mí no me puedes pedir responsabilidades”.

Después de haberme montado toda esa paja mental, decido que la derecha, igual podría haber dicho la izquierda, pero como Rato es un tío tan seguro me acabo fiando de él. Así que giro a la derecha, y entonces cuando no han pasado ni 4,53 segundos, por un descuido de mi neurosis, mi neurona me comunica vía “flash back” que me he vuelto a equivocar de camino, igual que las últimas tres veces que he pasado por allí. Una mala hostia empieza recorrer mi cuerpo, mientras mi ego baja al inframundo, y el caos interior vuelve a reinar, dando finalmente paso a una neurosis compulsiva que no para reírse a carcajada limpia de mí. Sé  que es su momento de gloria, porque sabe que me estoy poniendo muy nervioso. En ese preciso instante sé que ya no puedo hacer nada, ¡se ha apoderado totalmente de mí!  Así que cuando llego a donde dios quiera que sea, estoy agotado después de tan tremenda lucha interior. Gracias al poco ego que me queda, consigo echarle  la culpa algún jefe, compañero,  cliente, amigo/a y  mis principios secuestrados por mi neurosis, acaban derrotados, dejando que mi mente tenga pensamientos impuros como: “Maldito hijo de su madre, estos “gilis” no paran de sacarme de quicio, ellos son los culpables de mi puta neurosis y no yo, sino fuera porque soy un santo, mandaba a toda esta pandilla de anormales al carajo, me sacrifico siempre por  ellos y me acaban volviendo loco”.

¡Bueno que le voy hacer! Después de todo este rollo, me despido porque tengo que ir a la iglesia para confesar todas aquellos pecaditos que puede haber cometido por culpa de los demás.

Os quiere a pesar de todo,

Rato Raro