Todo hace indicar que este año acabaremos en un
precipicio compuesto por casi seis millones de parados; datos que aunque nuestro actual presidente lamenta,
aplica las mismas recetas que tanto critico del Señor de la ceja. Pero los
datos son aún peores, si tenemos en cuenta que en el número de ocupados están
formados por una importante representación de empleados a tiempo parcial, con
contratos temporales y en algunos casos de dudosa legalidad. Lo peor, es que la
mayoría son jóvenes, sobradamente preparados y los restantes no tendrán casi
ninguna nueva oportunidad por su edad y formación.
Pensar que una profunda reforma laboral va a cambiar, para mejor, el futuro de los todavía trabajadores y desempleados, es una falacia. Me sorprende que alguien se pueda creer ese discurso en el que la culpa la tiene ese puñado trabajadores que tienen el privilegio de contar con un contrato fijo, con unas “altas” indemnizaciones de despido. Este argumento se resume en la idea de que los derechos de unos, suponen la precarización y el despido de otros. Siendo los empleados públicos los máximos culpables de este desaguisado, debiendo pagar por su delito, cobrando un salario cada vez menor.
Pensar que una profunda reforma laboral va a cambiar, para mejor, el futuro de los todavía trabajadores y desempleados, es una falacia. Me sorprende que alguien se pueda creer ese discurso en el que la culpa la tiene ese puñado trabajadores que tienen el privilegio de contar con un contrato fijo, con unas “altas” indemnizaciones de despido. Este argumento se resume en la idea de que los derechos de unos, suponen la precarización y el despido de otros. Siendo los empleados públicos los máximos culpables de este desaguisado, debiendo pagar por su delito, cobrando un salario cada vez menor.
Esta reforma laboral tiene el mismo sentido que uno de
mis cuentecillos. Porque nuestra economía no destruye empleo por la rigideces
en la normativa laboral, sino por un sistema empresarial poco competitivo.
Nuestra diferencia con el resto de países europeos que
soportan esta crisis con unos niveles desempleo moderados o incluso bajos en el
caso alemán, es que estos cuentan con un sistema empresarial mucho más
competitivo que sabe reorganizarse para superar este bache, sin tener que bajar
la persiana cuando el negocio dejé de nadar en la opulencia.
En vez, de intentar “ser mejores” (mejorar nuestra
productividad, innovar, internacionalizarse...), es mejor suponer que si
nuestros sueldos bajan lo suficiente, el despido es más barato y eliminamos las
prestaciones, todo el mundo acabará encontrando un empleo. Tal vez, con un poco
de suerte, Don Mariano, se logré crear un empleo precario y mal pagado que nos
permita no vivir en la indigencia.
Un abrazo,
Rato Raro