Sé que hace
mucho tiempo que no paso por aquí, pero ya sabéis como es el amor, acaba
destrozando todas tus neuronas y después de que este termina, si por casualidad
sobrevive alguna, el alcohol y la “maría “que utilizas como terapia alternativa
para poder borrarla de tu mente, mata las pocas que aún sobrevivían.
Hoy os escribo
con “Olvido” la última superviviente de mi sistema neuronal. Su falta de
orientación la llevó a perderse durante años y ahora la casualidad, y un fuerte
golpe en la cabeza, la ha traído de nuevo a casa.
Tengo que
confesaros que soy un búfalo despistado,
un torito, un venado, un caracol, un maldito cabrón, un ser con adornos en la
cabeza que tropiezan en todas la puertas...si amigos, ¡soy un pobre cornudo!
Los cuernos son
como los dientes sólo te duelen cuando nacen, luego te acostumbras, forman
parte de tu vida y solo las puertas y los arcos de seguridad de los aeropuertos
te recuerdan que algo extraño invade tu cabeza. Mi amigo “Poso” (diminutivo de
mariposo) me dijo que ser un cornudo era como el sexo anal, duele la primera
vez, pero una vez que te habitúas llega el momento en que te vicias y no puedes
dejarlo.
No me habían
toreado nunca, hasta que conocí a Marga, una rubia de bote con una tremenda
delantera. Solo vivía para ella. Empezaba el día pensando en si querría leche
calentita y una buena porra para desayunar. Siempre estaba dispuesto a
prepararle una buena comida y me preocupaba, cada noche, de que antes dormir
hiciese una buena digestión con un poco de ejercicio.
Empecé a
sospechar que algo raro pasaba cuando insistía todas las noches en pasear a
Lupi, mi perra, tardando en volver a casa cada vez más. Así que un día me arme
de valor y la seguí para ver lo que
hacía. Se fue hasta al parque que hay próximo a mi loft, soltó a Lupi y se puso
hablar con un tipo en una esquina. De repente vi como se sacaba el jersey, la
camisa y el sujetador quedando al aire sus enormes tetas. Me enfurecí, me puse
fiero como Sherk y le pregunté qué estaba haciendo. No veáis la que me cayó,
empezó a gritarme preguntándome porque la había seguido, que era un maldito
celoso, que la dejaba sin espacio, que nunca podía hablar con un chico y bla,
bla, bla...Cuando después de 15 minutos me dejó hablar, le pregunté si le
parecía normal estar con las ubres al aire, a lo que airadamente me respondió
que estaba en plan coña imitando el anuncio del “Guaraná” por la celebración
del último gol de Cristiano Ronaldo. Sus palabras me tranquilizaron y me di
cuenta de que me había emparanollado por nada. Solo volví a preocuparme un poco
cuando pensé en la cantidad de goles que Ronaldo estaba marcando.
Un día, volví
antes a casa del trabajo porque tenía unas enormes migrañas y cuando abrí la
puerta encontré un montón de ropa tirada por el suelo. Seguí el rastro hasta mi
dormitorio y allí me encontré a Marga desnuda con Cebolo, uno de mis mejores
amigos. Él se piró corriendo, sin tan siquiera despedirse, mientras Marga me
intentaba convencer de que no me preocupara, que allí no había pasado nada...Como
veía que no la creía, al final me confesó la verdad, me dijo que estuvo punto
de ser débil, pero que luego había pensado en todo lo que me quería y le había
pedido a Cebolo que se marchará. Me explicó que no llegaron a consumar, que
sólo le metió la puntita y que por lo tanto no se consumó el acto. ¡Y que vale!,
¡si se la había chupado! pero que le había dado mucho asco. Como era abogada me
remitió al caso Mónica Lewinsky y ante tal antecedente quedaba claro que no me había
sido infiel o por lo menos no del todo.
Un día Marga, me
encontró en la calle hablando con mi ex y me monto un numerito. Me dijo que
como me estaba pasando, que era un vengativo, que hacía todo aquello para
hacerle daño, que vale que me hubiera puesto los tarros con Miguel, Jaime,
Andrés, Piti, Nolito, Chisco, Fernando, José, Ramón, Álvaro, Antonio, Adolfo,
Roberto, David, Senen, Humberto...Pero que nunca lo había hecho con un ex por
no hacerme daño.
Le pedí perdón,
le explique que me la encontré por casualidad, que solo hablábamos y nada más,
que no se pusiera así, pero no atendió a razones y me echo de mi casa con lo
puesto y con Lupi, la única perra con la que volveré a convivir.
Un abrazo,
Rato Raro