Últimamente noto a mi charcutero un
poco rarito. Se pone mucha más colonia y se humedece sensualmente los labios
cada vez que me ve. Al principio, yo no
le daba importancia. Pero es que el pasado viernes me encontré una nota en medio
del chorizo picante. Por las palabras que utilizaba estoy convencido de que es
él. Y me preocupan sus intenciones.
La voy a leer:
- Hola ricitos...La butifarra que tengo es solo para ti. ¿Qué quieres que te ponga la próxima vez? Por favor, págame en especie.
Firmado:
Anónimo
Evidentemente, estoy acojonado.
Ayer cuando llegué al Ferry, el pub
donde suelo parar los sábados por la noche a tomar unas copas con mis amigos, me
lo encontré con unos shorts color salmón muy apretaditos, el pelo engominado,
los labios con brillantina y bailando como una loca. Y para hacerse el deseado, me dijo
sensualmente:
- ¡Eh!, ¿te gusta como me muevo?, ¿quieres echar un “dancing with me”?
Luego me cogió por el cachete...
- ¡Perdona ojazos!
Y me soltó:
- Siempre me ha gustado la música Indie
- Pero señor charcutero, si es así, ¿por qué lleva una camiseta de ABBA?
- ¡Si quieres me la saco guapo!
- Siempre me ha gustado la música Indie
- Pero señor charcutero, si es así, ¿por qué lleva una camiseta de ABBA?
- ¡Si quieres me la saco guapo!
Y claro se la quitó, ¡no sé por qué coño nunca tengo la boca
cerrada!
Pusieron una canción de Vetusta Morla
y empezó a tarareármela tan cerca del oído que acabo por mojarme el lóbulo
derecho. Mientras sujetaba “sus partes” con la mano derecha. Era más desagradable que ver a Julián
Muñoz en una sauna.
No me atreví a decirle nada. Y decidí
salir corriendo, sin mirar un solo instante hacia atrás, a comprar el periódico.
Eran las tres de la mañana. Solo tenía que esperar seis horas a que abriesen los quioscos.
Seis horas después compré el “Faro “y
me fui para cama con la firme promesa de que nunca más volveré a pedir ni a
comer butifarra.
Un abrazo,
Rato Raro