Ayer, como cada
noche después del salir del trabajo, fui hasta la cervecería que está cerca de
mi casa. Cuando llegué dije:
- ¡Manolo!, ponme una clarita de limón y una tapita de callos.
(Nadie me puso nada porque el camarero no se llamaba Manolo, sino Paco).Bueno,: después de 15 minutos y una mirada como de desprecio, Paco me preguntó:
- ¿Qué desea caballero?
Después de pedir,
intenté evitar el contacto visual con el camarero porque me daba mal Karma, y
me puse a mirar para una esquina donde había una pareja hetero (algo más común de
ver desde que gobierna Gallardón). De repente empezaron a besarse.Yo al
principio intenté no prestarles mucha atención, pero el canalillo de la camisa
de la chiquilla y el ruido que hacían me lo impidieron. Parecía como si estuvieran
chupando las patinas de unas nécoras. Eran besos de mucho amor, de esos en plan
Pasión de Gavilanes. De hecho, ella fue al servicio, salió y volvieron al tema.
Sin ningún tipo de pudor.
Yo empecé a
mirarlos con nostalgia y pensé, seguro que esta parejita lleva poco tiempo.
¡Ayyyy!, ¡Qué bonito es al principio!, cuando tus labios son como su chupete y
tu espalda ese lugar de desahogo donde clava sus uñas con tanta pasión.
¡Qué pena que
esos momentos se acaben tan rápido! Con el paso de los meses todo cambia. Lo único que te clava en la espalda es su
mirada cada vez que no te cambies calzoncillos, mientas que los besos hay que robarlos, convirtiéndose en espaciados, fríos y sin testigos. Le molesta cuando la besas
delante de sus amigas. Yo entiendo que en privado se hagan cosas como hacer
“popo” o cortarse las uñas de los pies, ¡pero un beso!, ¡joder no resulta tan
desagradable! Luego llega el momento en el que te de un pico cuando la recoges
en algún sitio. Pero si esta con sus amigas, el piquito se convierte en un beso
en la mejilla, como si fueras su prima de Cuenca. Y para besos en la mejilla,
ya están los de las madres, que como ellas, ya no besa nadie. Para mí los besos
más sinceros y cariñosos son los que me da mi perrita Lupi cuando le enseño una
salchicha. ¡Ojala fuera tan sencillo conseguir un beso de mi pareja! Cuando en
privado, le enseño mi salchicha, ella siempre mira para otro lado y le dan
arcadas que le impiden besarme.
Estaréis de
acuerdo conmigo que cuando una relación se acaba se nota en los besos. Un beso
dice mucho. Y, ¿sabéis cuál es el peor beso? El último.
Un abrazo,
Rato Raro