La vida es como el circo de Sálvame.
La gente no tiene mayor entretenimiento que criticar el proceder no sólo de los
famosos, sino la de sus conocidos, amigos y familiares. Se creen señores/as y
jueces que juzgan las crónicas ajenas con el fin de no pensar en sus propias
miserias.
Digo todo esto, porque el fin de
semana pasado tuve que vivir una situación bastante lamentable. Se celebraba la
boda de unos amigos, a la que todos los del grupo asistimos. Francis, uno de
los invitados, lo acaba de dejar recientemente con su novia, después de un
montón de años juntos. Ella para nosotros, era un miembro del grupo más, y a
todos/as nos sorprendió la ruptura.
Durante toda la celebración ese
suceso fue la comidilla de todos/as, claro está, cuando él no estaba delante.
Casi ninguno de nosotros había hablado con Francis sobre este tema, ni siquiera
le habíamos preguntado cómo se encontraba. Entre unos y otros empezamos a
despedazarlo, a inventarnos historias sobre ruptura, que afirmábamos con una
rotundidad casi divina. También para justificar un poco nuestra actitud
decíamos cosas como “va dando pena por
ahí y mira lo que ha hecho...”, “yo sabéis
que es mi amigo y lo quiero mucho, pero no está bien lo que le ha hecho a su
ex...”
Alguno se vanagloriaba de que se
había enterado de todo a pesar de no estar en el grupo de whatsApp, otros que
lo sabían todo gracias a la novia de uno de los grupo, a la cual le había
llamado una amiga suya para decirle que lo habían visto con otra chica
recientemente, pero irónicamente nadie dijo que sabía algo tras hablar con los
dos, o al menos con uno de ellos. Supongo que saber su versión no molaba tanto
como poder montarnos nuestra propia peli.
Lo peor de todo, es que todos
hacíamos como si nada, cuando estábamos delante él. Yo notaba en su mirada que
sabía lo que estaba sucediendo, pero no hice nada más que llevarle una copa o
intentarlo sacarlo a bailar.
Cuando se terminó la fiesta, una
novia de uno del grupo se dirigió a él y le habló, diciéndole que ella entendía
todo lo que estaba pasando y que lo respetaba, olvidándose, quizás, de todas
sus conversaciones, a sus espaldas, en el que él era el protagonista. Después
de responderle, Francis, se marchó cabizbajo, incrédulo de todo lo que había
sucedido.
Lo conozco desde hace mucho tiempo, y
sé que está mal, que se ha callado y tragado muchas cosas, que en el fondo se
siente sólo, tremendamente sólo, cosa que no entiendo, si está rodeado de gente.
Quizás todo sea culpa suya, porque no sabe ni quiere hablar de todo ello con
nosotros.
Un abrazo,
Rato Raro