Ayer por la tarde estaba aburrido en casa, así que me empecé a contar las uñas, siempre me salen cinco en cada pie. A veces las cuento por si se me ha olvidado alguna dentro de mis pantuflas. Luego, me miré en el espejo y me dije: “¡Dios mío que pinta, si estoy entre David Hasselhoff y los Jackson Five!”.
Necesitaba hacerme un corte de pelo, así que llamé a Sasa mi estilista y peluquera para pedirle cita. Cuando llegué al centro de belleza, les dije que me lavasen un poquito el pelo. Me sentaron en una de esas sillas que cuando te echas para atrás parece que te vas a romper el cuello. Llegó una de sus nuevas empleadas y me puso una toalla al cuello, se colocó detrás de mi y me susurro: “Te gusta así o más fuerte”. Yo con la voz entrecortada por la falta de respiración, le contesté: “Como...me aprietes...un poco más la toalla...me voy ahogar”.
La pobre, se puso colorada, se disculpó y me aflojó un poco la toalla. Desde ese momento, empezó a tratarme con mucho cuidado y cariño, susurrándome al oído: “Estás caliente”, yo que ya me había puesto un poco tontito, intenté disimular porque consideraba que aquel no era el lugar adecuado para hacer esas cosas y le dije: “No..., todavía no pero...”Acto seguido la muy cabrona, abrió el grifo del agua caliente a tope, ¡Dios!, pensé que me iba arder la cabeza, salté de un brinco de la silla y empecé a chillar como un loco. ¡Mierda!, creo que mi calenturienta imaginación me jugó una mala pasada. En ese momento supe como se sintió Michael Jackson cuando rodó el anuncio de Pepsi.
La chiquilla casi llorando me volvió a pedir perdón, le dije que no se preocupara que al fin y al cabo sólo se me habían quemado las puntas.
Olvidado el trágico episodio, la mujer empezó a darme un masaje en la cabeza, ¡Dios, me estaba...!, no podía más, como me hubieran puesto en ese momento la canción de Titanic la hubiese liado parda.
Cerré los ojos, ya no sabía si estaba en la peluquería o en el pisito de unas orientales. De repente note que se cerraba el agua y empezó a secarme el pelo. ¡Ay... que poco duran los sueños!
No sé si os pasa a vosotros, pero al menos a mí, me entra una tremenda sensación de ridículo cuando vas desde la silla, en la que te han lavado el pelo, a la otra punta de la peluquería con el pelo mojado y despeinado. Ese preciso instante, es el momento de mi vida en el que tengo más ganas de volver a sentarme.
Mientras me estaban cortando mi enorme mata de pelo con una trasquiladora para borregos, vi a mi derecha al típico señor que se deja el pelo largo por un lado y atraviesa toda la calva con sus cuatro pelos. Lo veía por un lado y parecía Isabel Pantoja y por otro Antonio Lobato. ¡Por favor!, la gente que os estéis quedando calva, llevarlo con dignidad y no hagáis más el ridículo. Luego miré al otro lado y veo a un joven en chándal con una enorme cadena alrededor del cuello, al que le pasan la cortadora de césped por la cabeza, instante en el que le aparecieron dos enormes orejas, dejándole su cabeza como un cenicero ¡Dios mío, esta juventud que pintas me lleva!
Al final cuando terminaron de cortarme el pelo, me quedé con la misma sensación de siempre: ¿Por qué tengo que tener este puto pelo rizo?, a mí me gustaría poder cambiar de peinado alguna vez. Lo único que me consuela es que Katy la chica que me corto el pelo me ha dado su número de teléfono para poder agradecerme en privado toda mi amabilidad. ¡Dios, estoy deseando que llegue esta noche!
Un abrazo,
Rato Raro
PD: Espero que esta noche tenga la oportunidad de enseñarle mi pijamita
2 comentarios:
El pelo rizado es como una maldición pero por lo leído parece que no te vino mal del todo.
Me alegro de leerte de nuevo. ¡Un abrazo!
Hazte trencitas de colores, como las chavalas negras o mulatas. Pero, claro, entonces la peluquera se pondrá mosca y te repudiará. ¡No hay solución! O el pelucón rizado tipo pelusa o modelo chincheta, o bien rapado y con brillo. Más no puedo hacer por ti, lo siento. Salud(os).
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