miércoles, 1 de agosto de 2012

Ponerse corbata perjudica seriamente la salud

Una de las cosas que más detesto de mi profesión, que a veces no se ni yo mismo cual es, es que hay que llevar corbata. Cada día siento como ese maldito nudo me ahoga la respiración...

Es increíble la cantidad de gente que se esta suicidando de un modo voluntario. Hay un sector de la población y en particular en el  micromundo de mi oficina  que prefiere correr el riesgo de morir por asfixia, antes de que su jefe lo vea desnudo sin su corbata. Con los 40º que marca estos días el termómetro de la farmacia de la esquina, veo como las corbatas apretadas les hacen saltar los ojos, convirtiendo mi lugar de trabajo en una charca de sudor llena de sapitos y alguna que otra rana.

Basándome en un estudio de investigación científica que llevo realizando desde que me han puesto ese yugo al cuello, puedo afirmar que las corbatas muy apretadas pueden provocar que se te hinchen las venas del cuello (sobre todo si eres jefe),las pelotas (en mi caso), sientas el latido del corazón en tus sienes, te pongas de color azul pitufo y pierdas los ojos detrás de algún que otro bonito trasero (bueno, para este último síntoma, supongo que no es imprescindible el uso de la corbata). En más de una boda, a la que por desgracia he tenido que asistir como invitado, he visto como el novio se apretó demasiado la corbata, no pudiendo llegar luego hasta el altar.

En el apartado de noticias de yahoo, una vez leí que un japo decidió no quitarse la corbata ni para dormir. Así, por la mañana, se ahorraba tiempo y se podía levantar 5 minutos más tarde (supongo que esto es consecuencia del famoso just in time). La llevó puesta más de 5 años seguidos hasta que un día, en el metro, se le cayó la cabeza entera al suelo. El sujeto en cuestión no se dio cuenta del percance hasta que dos paradas después le estalló la cabeza un niño, al confundirla con un  globo (supongo que el tio sería calvo).

También me he dado cuenta que si te aprietas mucho la corbata, cierras los ojos, aguantas la respiración, das unas palmaditas y bebes unas cuantas tazas café de Nespresso, provoca insomnio. Pero no todo es tan negativo, de hecho las corbatas pueden ser muy saludables para aquellas personas que tienen un exceso de actividad cerebral, reduciendo su riego sanguíneo, convirtiéndolas así, en seres intelectualmente más pausados.

Espero que Mercedes Milá lea este post y dedique uno de sus programas de investigación, tan interesantes, a este asfixiante tema.

Yo soy de los que piensa que hay alternativas a ponerse la corbata, como no ponérsela. En caso de que te de mucho la paliza tu jefe con este tema, quítate la corbata, tira con el traje y la camisa y hazte perroflauta, siempre podrás ganar unas monedillas haciendo pompas de jabón con tu corbata.

Un abrazo,

Rato Raro  


6 comentarios:

Cris Mandarica dijo...

Has vuelto con fuerza, me encanta! Nunca habría visto el tema de las corbatas así. Biquiños!

Manuela Mangas Enrique dijo...

Bueno, bueno... Me encanta estar tan de acuerdo contigo.
Tus artículos son delirantes y deliciosos, querido Rato Raro. Es más, siento envidia porque siempre he pensado esto que dices, pero no he sabido contarlo con tanta gracia.

Un abrazo enorme.

Ángeles dijo...

Hola, Rato. Ya nos habíamos visto por los blogs en ocasiones anteriores pero te perdí la pista, por despistada mayormente.

Me ha gustado mucho la historia del japonés que perdió la cabeza. Es muy instructiva.
Y la alternativa que propones al uso de la corbata me parece extraordinaria.

Sigo de paseo por aquí, a ver qué encuentro.
Saludos.

Rato Raro dijo...

Gracias Mandarica, siempre intento escribir todas mis entradas bajo mi particular punto de vista de la realidad.

Manuela me ha encantado tú definición sobre mis artículo:"son delirantes y deliciosos",nunca me habían dicho algo tan bello, me siento un Rato afortunado.

Gracias Ángeles por pasarte por aquí, que sepas que soy un fan de tu blog.

Un abrazo,

Rato Raro

Elena Beatriz Viterbo dijo...

Bueno, chico, cada cual lleva su cruz como puede. Piensa en esas pobres mujeres que han de llevar una faja durante toda su vida. Una faja de esas que llevan unos hierros a los costados, de cuello alto y pata larga, que te corta la respiración, la digestión, las ganas de vivir y convierte el sencillo acto de acudir al baño a miccionar como algo casi utópico.
Pero bueno, fajas e impedimentos aparte, tu no te pongas corbata, cielo, que no queremos desgracias ni hinchazones. Un beso.

Rato Raro dijo...

La desgracia de otros/as no alivia mi tormento pero si tu apoyo y solidaridad Ángela.

Un abrazo,

Rato Raro