domingo, 14 de abril de 2013

EMIGRA EL AMOR

Notaba que las llamadas de Laura desde Dusseldorf eran como los dientes de mi abuela: más bien escasos, por no decir inexistentes.

Aunque la especie humana es desconfiada por naturaleza, yo quería seguir creyendo en Laura. ¿Por qué tenemos que desconfiar si entramos en nuestra casa y en nuestro salón hay tres señores con acento del este y pasamontañas?, Oye igual se han perdido, tienen frío y lo único que buscan es un lugar donde pasar la noche. Lo mejor es prepararles algo de cenar y hacer las camas del cuarto de invitados.

Siguiendo esta misma hipótesis, ¿por qué hay que desconfiar de tu pareja si está trabajando en Alemania, la llamas al móvil, y lo coge en tu tipo que no conoces, hablando en Alemán y borracho como un piojo? ¿Por qué tengo que estar intranquilo si sólo lleva 15 días sin llamarme? Igual allí no tiene mucha cobertura. ¿Por qué tengo que desconfiar, si todos los días duerme en casa de su compañero de trabajo del puesto de salchichas en el que trabaja a media jornada en vez de dormir ella solita en aquel horrible hostel?

¿Sabéis por qué desconfiamos de todas esas cosas sin importancia? Pues muy sencillo, porque somos unos paranoicos. Nos volvemos completamente esquizofrénicos cada vez que nos sentimos inseguros. Debemos confiar en nuestras parejas, la monarquía, los políticos, los directores de banco...

La semana pasada me entraron unas enormes ganas de darle una sorpresa a Laura. Hice mi maleta de mano y al salir el viernes del trabajo, cogí el coche y me fui directamente hasta el aeropuerto de Oporto.  Después de que la policía portuguesa me pusiera tres multas por unas absurdas normas que se han inventado para que los gallegos contribuyamos al rescate de su país. Llegue al aeropuerto de Sa Carneiro con 300 € menos en la cartera, pero con una enorme ilusión por volar a Dusseldorf. A las 22:30 h por fin conseguí pisar suelo alemán. Llamé a mi novia para decirle:

- Hola cucharita, tú ratoncito está aquí!
 
  Su respuesta fue:

  - Qué leches haces aquí? ¿Por qué te presentas sin avisar? Siempre igual, eres un egoísta. ¿Dónde estás? Ahora voy.

Tardo 3 jodidas horas en llegar que para mí fueron una eternidad. Pero claro, salir de la cama, vestirse, despedirse de la salchicha de su compañero de trabajo y venir hasta el aeropuerto lleva su tiempo. Pobrecita, ¡SOY UN PUTO EGOÍSTA!

Cuando por fin llego me hizo un gesto para que le siguiese a la cafetería y se sentó.  A partir de aquí resumiré porque no me gustan los melodramas. Ella me dijo:

-  Por qué has venido?, ¡Ya no te quiero!, ¿cuándo te vas?, más que nada porque he quedado. 

- Bueno yo..., penaba quedarme todo el finde. 

- Ni lo sueñes, ¿qué te crees?, yo tengo mi vida, tengo planes...

- Adiós, espero no volver a ver más esa estúpida cara.

- Adiós, no te preocupes cuando tenga un poquito más de dinero me hago una operación de cirugía estética.

Un abrazo,

Rato Raro

4 comentarios:

Desidia dijo...

Vaya... :/
Sinceramente, esas cosas no se hacen. Y como se suele decir: mejor solo que mal acompañado, aunque ya ni compañía ni nada.
Que chica más egoísta. Las cosas se dicen, no se pasa y ale...

En fin, si quieres pasarte a ver si te animas ^^
http://illsayhi.blogspot.com.es/

Rato Raro dijo...

Gracias Desidia, ahora estoy mucho mejor, después de todo los cuernos son como los dientes, solo duelen cuando salen.

Un abrazo,

Rato Rato

Ángeles dijo...

No te preocupes, la culpa la tiene Alemania, que allí todo falla mucho, por el frío, creo.

Oye, qué listos los portugueses, ¿no?

Rato Raro dijo...

¡Qué bueno volver a verte por aquí Ángeles!

Espero que vuelvas.

Un abrazo,

Rato Raro