Queridos insoportables vecinos:
Aún que normalmente soy un hombre educado, hoy estoy hasta la web de esos hijos de Belcebú que tenéis por hijos, y de su puta afición por corretear como una manada de ñus por todo el piso, causando un martilleo en mi minúsculo cerebro y oídos, peor que un dolor de muelas.
Cualquier blogero en su sano juicio comenzaría este post diciendo: Me cago en vuestra puta madre y en todos vuestros jodidos muertos, pero como soy una persona versada y educada, os diré: Me defeco con placer en la profesional de vuestra madre, y me defeco en la totalidad de vuestros difuntos, limpiándome mis pequeñas posaderas con vuestro maldito árbol genealógico.
Como ciudadano con profundos valores que soy, quiero salvar el planeta, y he pensado en varias soluciones para que esos pequeños monstruillos dejen de darme por culo, por ejemplo, perdón he vuelto a ser soez, dejen de darme, sin ningún tipo de satisfacción aparente, continuamente por el pompis y logren, dentro de lo que su raciocinio les permita, ser criaturas mínimamente civilizadas y comportarse como personas, en lugar de fieros animales salvajes.
La primera idea que se me ocurre sería grabar sus voces en una cinta, y reproducirlas al revés en presencia de algún cura, especialista en exorcismos, así podré saber de una vez, si están poseídos por algún demonio, o si debemos descartar esa posibilidad y recurrir algún especialista en psiquiatría.
La segunda idea, tal vez sea un poco más dura, pero no por ello menos justa y efectiva, sería serrarle las piernas para que no pudieran correr más, pero no penséis que soy tan despiadado, las conservaría en una criogénesis para poder implantárselas en un futuro, siempre y cuando vuelvan a ser calificados como seres humanos triple A, que la agencia internacional Moodales les quitó en su día.
La tercera idea sería dar a todos mis vecinos, algún tipo de droga que desinhiba todos esos impulsos asesinos que han ido reprimiendo durante todo este tiempo, dando así rienda suelta a esa mente maliciosa y retorcida que a todos se nos despierta cuando llevamos media vida tocándonos la web.
Desde muy pequeño siempre he pensado en el bien de la humanidad, por eso, y porque hoy he decido darme un descanso en mi participación activa en el movimiento “Democracia Real Ya”, tenéis la suerte de poder leer algunos consejos respecto a los trastornos mentales que viven vuestros hijos. Para empezar, el tiempo de vida que les quede antes de que desaparezcan en extrañas circunstancias y con partes de su cuerpo amputadas, deberían tener una vida normal y libre de las burlas, con la que vosotros les habéis condenado a vivir al bautizarlos con esos nombres, tan ajenos a nuestra cultura o inadecuados para nuestros rasgos faciales. Probablemente Chita sería más adecuado que Jonathan o Jenifer, que sin quererlo asemeja más su comportamiento al de un turista anglosajón. La única explicación que se me ocurre, antes quiero dejar claro que no soy biólogo por si alguien se siente ofendido, es que este fenómeno al igual que en el resto del medio natural, ha provocado una evolución de los genes desde los primates hasta convertirnos en seres humanos, diferenciándonos de estos en volumen de pelo, comportamiento e inteligencia, pero en algunos casos esto no sucedió así, conservando tal y como se puede observar entre los miembros de mi comunidad de vecinos, un primitivismo ancestral que sigue afectando a su conducta.
Y ya por último, un aviso, evitad cruzaros conmigo, sobre todo si llevo un serrucho entre mis manos, no respondo de mis actos.
Un abrazo,
Rato Krueger