Necesitaba urgentemente una mujer en
mi vida. Y al fin la encontré. Tiene 52 años.
Lleva el pelo corto con mechas y raíces negras. Es una mujer corpulenta (lo que
viene muy bien, si hay que bajar el butano). Y lo más emotivo es que es de
Portosin (A Coruña) como mi madre. Se llama Bonifacia.
Quiero dejar claro que a mí no me
gustan las mujeres maduras, excepto Cospedal, supongo que por el puntito sado
que tiene. Vivo solo en Vigo y con esto de la crisis trabajo más horas que
nunca, por lo que pasó mucho tiempo fuera. Soy un terrible amo de casa. ¿Sabéis
por qué no me quito ni en verano la chaqueta del traje? Pues porque no consigo
planchar bien ninguna de mis camisas. Mi madre me dijo que si seguía este orden
de planchado: pechera, espalda, pechera, brazo, brazo, cuello todo ello conjugado
de mucho vapor tendría las camisas como un pincel. Pero pasados 5 minutos
pierdo la noción del orden de planchado y soy incapaz de distinguir el número
de pecheras, espaldas y brazos que tiene cada una de mis camisas. Supongo que
la intensa niebla que envuelve la habitación ayuda a todo esto.
Necesito ayuda y después de probar
con otras mujeres encontré a Bonifacia. Una señora estupenda...Mis últimas
experiencias habían sido un poco traumáticas. Hace unos meses contraté a una
mujer a la que en su primer día de trabajo me la encontré en casa limpiando con
mi pijamita de verano. Cuando la vi así, fui incapaz de articular palabra, nadie
te explica lo que uno debe decir en estas situaciones. Ella se justificó diciéndome
que estuvo buscando la ropa que le iba a dejar para hacer la limpieza y que lo
único que encontró fue ese sexy atuendo encima de mi cama. Dejé pasar aquello
como si no hubiese pasado nada, pero días después me encontré una nota en la que
me decía que se había tomado la libertad de tomar un poco de licor café porque
tenía el estómago mal. Me pareció raro, pero cosas más extrañas había visto en
el programa de Chumari. Decidí no darle importancia hasta que un día me di
cuenta que todas las botellas que contenían alcohol en mi loft estaban completamente
vacías. No me quedó más remedio que decirle que no volviera hasta que lograra
reponer mi mueble bar...
Después de aquello contraté a una
chica brasileira que estaba de muy buen ver, supongo que como en el caso
anterior no me había funcionado muy bien pensar con la cabeza de arriba decidí
probar con la de abajo. Pero esto tampoco dio muy buenos resultados. Planchar,
lo que se dice planchar no era lo suyo y
lo de limpiar, salvo mi nevera y en especial los embutidos ibéricos,
tampoco se le daba demasiado bien. Pero pensé que nadie nace aprendido y le di
una oportunidad, hasta que me vino la factura del teléfono fijo de casa con más
de 100 € en llamadas al extranjero. No me quedó más remedio que decirle que no regresara
hasta que me bajasen mi tarifa de roaming Vodafone...
Necesito una persona que sea como mi
segunda mi madre. Y Bonifacia es esa persona. Ayer estuvo ya en mi loft. Me
regañó cuando vio que mi fregona parecía Daniel Diges al revés. Me ha puesto
una lista de la compra de productos de limpieza que voy a tener que ir a por ellos
en una furgoneta.
Empieza este lunes. Tengo que darle
una copia de las llaves. Pero soy muy desconfiado, voy a poner un candado en la
nevera y el teléfono en una caja fuerte. Esconderé el whisky de la cesta de
navidad.Mis pijamitas nuevos
me los llevaré en una mochila conmigo al trabajo...y le voy a poner trampas.
Cepos con trozos de butifarra.La confianza se tiene que ir ganando poco a poco...
Un abrazo,
Rato Raro