jueves, 7 de julio de 2011

Cupido, ese maldito canalla

Tengo que confesaros que me he enamorado locamente y  me estoy  convirtiendo en un imbécil  perdido.

Esta maldita enfermedad, “L´amour”, me ha hecho plantearme algunas cosas, como: ¿Por qué no existe una baja laboral por adicción al amor? Sus efectos son muchos más devastadores sobre la salud que la dependencia al juego, al alcohol, las drogas, las películas “X”y el cuidado de tamagotchis. Con este pensamiento y con un blog de notas en el que escribí más de 1.000 veces te quiero, me dirigí al médico de la empresa  y le dije:

-         Doctor, estoy enfermo, ¡así no puedo trabajar!
El maldito insensible, me dijo que ya estaba cansado de oír cada verano,  la misma maldita excusa para poder cogerme unas vacaciones anticipadas.
-¡Joder no es excusa!, ¿Por qué  nadie me entiende?...
La verdad es que no paro de comportarme como un idiota. Tengo la estúpida sensación de que soy especial, que nadie es capaz de hacer las cosas que yo hago. Pero yo esto, ya lo he vivido antes y se que es fruto de esta puta infección vírica que se propaga a través de esos vestidos tan cortos y monos que llevan todas las chicas en la verano.
Lo peor de esta horrible enfermedad son sus terribles efectos secundarios:
Como el efecto magnético  que se produce con el móvil. Ahora, estoy siempre pegado a él, cada 3:30 minutos compruebo si he recibido algún nuevo mensaje, pero como más de la mitad de las veces, no recibo ninguno, borro todos los mensajes menos los que me envió ella por si tengo un problema de la tarjeta de memoria. Cuando por fin lo recibo, me da  un vuelco el corazón e intento responderle, pero... ¿qué le escribo?, la ansiedad me paraliza y no consigo pulsar ni una sola tecla.
Este estado de bloqueo mental, se repite también cuando hablamos por teléfono. Aún que aquí, sus efectos se multiplican y acabo también padeciendo un bloqueo físico que me impide colgarlo. Así, cuando ella después de haberme repetido más de mil veces “cuelga tú”, me acaba colgando, me quedo jodido y pensando que la vida no tiene ningún maldito sentido. Para poder volver a encontrarlo, acabo volviendo a llamar y le pregunto:
-         Cari, ¿no me habrás colgado?
-         Pero, es que como tú no colgabas y habían pasado más de tres horas, decidí colgar yo.
-         ¡Cómoooo!, ¡pues que sepas que ahora no te quiero ni gota!,... es bromita guapa,  te perdono, ¡pero no me cuelgues tan rápido esta vez, ehhh!!!

Por otro lado, siento que estoy perdiendo todos mis principios. Antes me iba a jugar una pachangita de fútbol con mis amigos todos los viernes, pero ahora, he dejado a todos mis amigos colgados por ir cenar con ella, y enseñarle después mi pijamita.
Mis gustos musicales también han cambiado. He dejado de escuchar a Extromoduro por Julio Iglesias y otras cosas románticas de mal gusto como la Oreja de Van Gogh, que no paran de recordarme todo lo que siento por ella.
Mi coche, Floppy, tampoco es el mismo, ahora lo lavo una vez cada semana y he comprado un ambientador de lavanda verde porque es su olor favorito. Al pobre, todo esto le da vergüenza y no quiere salir del garaje.
Quizás el peor efecto, se produce sobre mi “manera de ser”,  ahora me he convertido en un tipo fino y remilgado.  No paro de aguantarme los pedos cuando estoy con ella, y claro cuando a media mañana dejo su casa para coger el coche voy Brrrr a propulsión.
En fin, voy a pedirle la baja a mi médico de cabecera porque se que él es mucho mas comprensivo.
Un abrazo,
Rato Raro


2 comentarios:

jaramos.g dijo...

Jajaja. Me pregunto qué síntomas habrás provocado tú en ella, si se pone un zapato de tacón y otro plano o se pinta los labios con rimel y cosas así. ¡Vaya dos! Jajaja.

Diana Rincewind dijo...

No sé por qué pero tu faceta romanticona me hace recordar a Cálico electrónico (no sé si lo conocerás, pero es una especie de anti-heroe de unos cortos animados).

Espero que te recuperes pronto de este mal de amores, Rato. ¡Un abrazo!