viernes, 29 de julio de 2011

¡Variato! (Un viaje a Sardegna: Día 1 Cagliari)


Eran las 3.30 a.m cuando nos levantamos, el avión salía desde Oporto a las 6:00 a.m (hora portuguesa) y no quedaba más remedio que “hipermadrugar”.


El día antes había hecho acopio de monedas porque leí en los foros que en Cerdeña era necesario pagar por aparcar casi en cualquier lado (un consejo: ¡NO HAGÁIS CASO DEL TODO A LOS FOROS! TUVE QUE IR CARGADO CON VEINTE KILOS DE MONEDAS EN CADA BOLSILLO PARA NADA. BUENO SI PARA TENER UNOS CUANTOS PROBLEMAS EN LOS CONTROLES POLICIALES DE LOS AEROPUERTOS). Además comentaban que no te cambiaban el dinero en ningún sitio.

Cuando sonó el maldito despertador, estaba medio alelado, me levante como pude, me duche con agua glaciar para intentar despejarme, pero esto, no sirvió para que cogiera los pantalones vaqueros que me iba a poner por las perneras, cayéndose con gran estruendo, todo ese mundo de monedas que había recopilado con tanto esfuerzo. Por lo menos ese ruido infernal ayudo a despertar a Soyunmendrugo que dormía plácidamente en una habitación de mi pisito, esperando que yo le ayudase a levantarse.

Esta no fue la única de mis “sobadeces, cuando preparé el desayuno guardé la leche dentro del mueble donde dejo los platos a escurrir, supongo que me despisto que fuera del mismo color que el frigorífico.

Estas pequeñas idas de olla me estaban empezando a preocupar, sentía que me encontraba en un estado de “agilipollamiento supino” que podía poner en riesgo nuestras vidas cuando cogiera el coche camino al aeropuerto.

A pesar de todos mis miedos, el viaje en coche fue tranquilo, la radio, el timbre de voz y las horrorosas canciones de Soyunmendrugo, hicieron que me mantuviera despierto, alerta y con una cefalea de cetáceo. Lo peor, es que tengo todavía enquistada en mi cerebro alguna de esas malditas letras:

Soy un veterano de la kale borroka
exijo compensación, aunque sea media pensión
Soy un veterano de la kale borroka
dame mi pensión o te parto la boca, cabrón!
(grupo: Lendakaris muertos)

Quince minutos antes de llegar al aeropuerto Soyunmendrugo llamó por teléfono al parking Parkevoa para que nos viniesen a recoger el coche al aeropuerto, como la “beatiful people” que somos.

Esperamos medio dormidos, gracias a que Soyunmendrugo había dejado de cantar, hasta que llego la hora de embarcar. Cuando esto sucedió, no me imaginaba que iba a pasar uno de los peores momentos de mi vida: EL DE DEMOSTRAR QUE MI MALETITA DE VIAJE ENTRABA EN EL PUTO ARTILUGIO MEDIDOR, QUE RYANAIR PONE GUSTOSAMENTE A DISPOSICIÓN DE SUS PASAJEROS. ¡Joder la puta maleta no entraba!, a pesar de que tanto Soyunmendrugo  como yo, nos sentásemos encima para hacer la máxima presión. Después de 15 largos minutos de vanos intentos, mientras una manada de ñus salvajes clavaban sus pupilas en nuestras nucas, recordé que cuando la compré, el vendedor me había comentado que la maleta solo encajaba si ponía las ruedas hacia el interior. ¡Mierda!, si lo hubiera sabido antes no me hubiera roto dos costillas por tener que soportar el peso de Soyunmendrugo.

Una vez dentro del avión tuve que pelear a codazo limpio, con el resto de incivilizados pasajeros para hacerme con un sitio donde dejar mi maleta. ¡Redios, qué duro es volar en Ryanair!

El vuelo, salvo el aterrizaje en el que parecía que íbamos dentro de una miniprimer, fue más o menos tranquilo. Como en todos mis viajes en avión, rehusé a levantarme (a pesar de que la vejiga me estaba apretando), mantener cualquier tipo de conversación, dormir o cualquier otra cosa que me hiciese desconcentrar de mis oraciones al niño Jesús, donde le pedía por favor que no nos estrellásemos.

Llegamos a las 9:00 a.m al aeropuerto de Barcelona, faltaban más de 3 horas para que despegase el avión a Cagliari. Así que, para hacer tiempo, desayunamos, compramos prensa, yo el “ABC”y Soyunmendrugo el“Público, un período bolchevique con artículos demagogos que nos ayudaron a mantener un par de ardientes discusiones sobre el copago y los rescates a Grecia, Portugal e Irlanda. Las tres horas se nos pasaron volando entre belborrea  barata y salivazos que me propinaba Soyunmendrugo, que me obligaban a utilizar mi periódico como escudo.

Antes de subir al avión nos compramos unos minibocadillos de tortilla, para lo cual tuve que empeñar las partes del cuerpo que Soyunmendrugo menos utiliza: EL PENE Y EL CEREBRO (por este orden), no os preocupéis durante el viaje no las echo en falta.
Llegado el momento de embarcar, me empezaron a temblar las piernas, no quería volver a pasar ese mal trago con el puto medidor de maletas. Pero esa vez, tuve suerte, no me mandaron hacer la prueba. Esto, me relajo más que si me tomase un valium 10, lo cual me hizo subir al avión, muy pero que muy tranquilo. Incluso cedí  a todos el sitio, dejando que me pisasen y me golpearan.

Como en el vuelo anterior, seguí con el ritual de mi inmovilismo y oraciones hasta que aterrizamos. Otra vez, el aterrizaje fue bastante movidito.

A las 14:45 llegamos al aeropuerto de Cagliari, ese día no habíamos alquilado coche por algún extraño razonamiento pseudomatemático que se había instaurado en las minineuronas de Soyunmendrugo (y eso que lo hizo cuando todavía poseía cerebro), por el cuál 20 € más por alquilar el coche ese día, suponían menos que coger un taxi hasta el hotel, más los billetes de autobús para movernos por Cagliari (precio del taxi hasta el hotel Santa María: 18 €, billetes de bus: 4,80 €).

El hotelito Santa María de Cagliari, a parte de su situación (en el extrarradio de la ciudad) y de que en su letrero solo se encontraban las letras TEL, era bastante coqueto, tal y como había leído en tripadvisor.  Preguntamos en recepción donde podíamos coger un autobús para ir al centro de Cagliari, el recepcionista nos dijo, muy amablemente, que había una parada justo al lado del hotel, por donde pasaba la línea L8, que en su último apeadero nos dejaría en el centro.

Para poder coger el autobús, previamente tuvimos que comprar unos tickets en una tabaquería que estaba a unos 45,7 m de la parada. Una vez que ya teníamos los tickets, solo teníamos que decidir de que lado de la carretera tendríamos que coger el bús. No pasaba ni un triste alma a la que poder preguntarle, miento, nos encontramos a un borracho sordomudo, que se abaneaba de un lado para otro en medio de la carretera, con un cartón de vino en una de sus manos, al que los coches esquivaban no sin cierta dificultad. El hombre cuando nos vio, se dirigió hacia nosotros, creo que para pedirnos un cigarro, esto me mosqueo bastante porque cada vez que me voy de viaje al extranjero lo primero que me encuentro es a un pelma borracho que no para de darme el coñazo durante un buen rato. Me viene ahora a la mente, mi viaje a Roma. Cuando me baje del avión y cogí un autobús para encontrarme con un amigo que por el aquel entonces vivía en la ciudad, un borracho se acerco, y se arrodillo ante mí en medio del autobús, mientras gritaba “Pelusa, eres Dios”. Vale, si, a cualquier jugador mediocre de pachangitas le gusta que lo comparen con el futbolista más grande de la historia, pero lo que no soporto es ser el mono de feria de toda la gente que me rodea. Supongo que esta y otras experiencias me marcaron de tal modo, que ahora cuando veo un sujeto de estas características,  trato de pirarme de su ángulo de visión lo antes posible. Esto me llevo a marcharme, raudo y veloz, al otro lado de la calle con la excusa de que lo más probable para ir al centro era ir hacia abajo. Mi argumento aún que pobre en la base, convenció a Soyunmendrugo (¡mierda porque tuve que empeñar su cerebro!) y cogimos el autobús de ese lado de la calle. Recuerdo que el borracho cuando vio que nos íbamos hacia el otro lado, me señalo con los dedos el número ocho para luego indicarme hacia el lado contrario donde nos dirigíamos. La verdad, en aquel momento no le di ningún tipo de importancia y ahora le encuentro todo el sentido del mundo, ¡por dios!, ¡cómo no me di cuenta!, ¡joder, los borrachos nunca mienten y siempre tienen razón! Supongo que ya os estáis imaginando lo que paso, pues si “listos parchis” (eso me pasa por tener lectores con un coeficiente intelectual, claramente anormal), cogimos el autobús en dirección contraria, nos tiramos más de una hora esperando llegar al centro, hasta que se detuvo en un hospital. En aquel momento, Soyunmendrugo se levanto, y fue hacia el conductor del bus a preguntarle:

-   ¿O autobús vai ao centro?

Si lo habéis leído bien, se lo pregunto en gallego, según él, porque el gallego es un idioma más próximo al latín que el castellano (lo cual no discuto), y por eso era más probable que así lo entendiera.

El busero, lo miró con cara de extrañeza, movió la cabeza y las manos de un lado para otro y le respondió:

-   ¡Variato!

Como bien os podéis suponer por la respuesta, su teoría no funciono, aún que esto no lo desanimo porque durante el viaje lo siguió intentando. Yo creo que lo que entiendo fue algo así como: ¿cuánto tarda el autobús en llegar al centro?  Pero bueno, sigo sin entender hoy todavía mucho su respuesta. ¿Tardaba en llegar 15 minutos, media hora, una hora?, ¿qué coño significa VARIATO para un espagueti?

Cuando por fin llegamos al centro, descubrimos que habíamos cogido el autobús en dirección contraria, que el hospital era su última parada y que VARIATO significa en trayecto de bus en Italia, un poco más de una hora.

Era más tarde de las seis cuando llegamos al centro, estábamos hambrientos, no habíamos probado ni un bocado desde el cutre bocadillo que tomamos en el aeropuerto de Barcelona. A parte de hambrientos, estábamos bastante desmoralizados, la ciudad que vimos durante el trayecto no nos gusto nada, empezamos a pensar: ¡menudo estroncio di merda! (el tiempo nos demostró que estábamos equivocados).  Así que cuando al poco rato vimos un  Mcdonalds, intentamos resolver por lo menos la más urgente de nuestras preocupaciones.

Después de comer, nos fuimos a dar una vuelta por el centro de Cagliari. De él recuerdo con gran cariño la Torre de San Pancrancio a la que me abrace de rodillas durante más de media hora, pidiéndole que por favor me regalase un poquito suerte (y la verdad creo que al final escucho mis plegarias) uno de los miradores, donde lo más que se veía, desde cualquier ángulo, era una sucia  y enorme pista de skate.

No tuvimos ningún problema al coger el bus de vuelta, la verdad nos conocíamos el camino de memoria, después de las dos horas que nos habíamos tirado en  la ida. Nos conocíamos la ciudad de “p” a “pa”.

Llegamos al hotel cansados y tremendamente sudados, porque en Cagliari, hacía un calor de cojones, así que lo primero que hicimos fue ducharnos, por supuesto uno después de otro y al salir tapados al menos con una toalla de secarse las manos.

Luego buscamos un sitio para cenar cerca del hotel. Dimos una vuelta y lo único que vimos fue un restaurante que estaba situado al lado de un gimnasio que no se podía ver desde la calle. Supongo que eso fue lo que no nos ofreció confianza, así que proseguimos nuestra búsqueda, hasta que nos encontramos una pequeña pizzeria al horno de leña “takeway” que contaba con dos pequeñas mesas. Nos sentamos en una, pedimos la carta, y a mi que no me gusta el queso, aún que soporto la mozarella caliente, hice la siguiente relación, pomodoro = probolone, cuando leía la lista de pizzas. ¡Joder, no podía ser!, ¿todas llevan extra de queso?, bueno al final vi una que no lo llevaba, sus ingredientes era panne (qué no sabía lo que era) y gamberi (esto no hace falta ser un hacha para saber lo que es). La camarera me señalo la salsa de tomate, preguntándome si quería añadírselo a la pizza que había elegido. Evidentemente le dije que si, ¿qué sentido tendría una pizza sin tomate? Con el tiempo descubrí que pomodoro significa tomate y panne es un tipo de queso italiano. Como podréis suponer la pizza a pesar de tener una masa  y unas gambas magnificas, no me gusto demasiado.

Después de esto, nos tomamos due birre Ichunsa grandi (¡dios pero que buenas que están!), en un puesto móvil de bocadillos que había al lado del hotel y de la autovía. La verdad, no parece el mejor sitio para situar un puesto de este tipo, pero bueno, es Italia, otro país, otra cultura y a lo mejor allí tiene algún tipo de sentido.

Por último, nos fuimos a dormir (en este post no os voy hablar de los calzoncillos negros de Soyunmendrugo, ni de sus repetidos pedos, aún que algo de esto hubo durante el día), le pregunté a mi compañero de viaje a que hora se quería levantar, el me dijo que a las 9:00 h, así que puse el despertador a las 8:45 h, apagamos la luz y yo al menos me quede frito al momento.

Supongo que si habéis llegado a leer todo esto, también os habré dejado fritos, así que ¡chao ragazzos/as!

Un abbraccio,

Rato Raro

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