Amigos os iba a
contar mis peripecias por la capital de Europa pero creo que debo dejarme
de absurdas frivolidades. Ya hay algo que nos une para siempre, sois como parte
de mi familia. Así que, os merecéis que os desvele alguna de mis más secretas intimidades.
Ahora que ya hemos
pasado un buen trecho de este verano y ya nos duele a todos un poquito el
culete de estar en la playa, tengo que confesaros
mi mayor tormento en el verano: ¡LAS VERBENAS!
Es imposible verme en ningún punto del Reino de España por culpa
de un trauma que tengo de cuando era muy pequeñito, ¡veo un escenario y lloro!,
oigo a Jordi Dann (el hombre de la peluca negra muñida) o a King África (el
primo congito de Falete) y devuelvo. ¡Las discos móviles me dan PAVOR!
Por todo esto, os voy a contar a todos los que leéis mi blog, el
por qué de ese trauma de mi infancia.
Era agosto de 1981, Rato Raro era un dulce niñito precioso con
pelo ricito y ojos verdecitos. Todavía no martirizaba el cerebro de nadie con
mis absurdas reflexiones.
Recuerdo, como yo Rato Raro iba paseando del brazo de Doña
Carmen, mi Santa Madre, por Portosin, un pueblecito pesquero de Galicia
donde veraneábamos. Eran las tres de la tarde, hacía unos setenta grados a la
sombra y unos señores estaban montando un escenario con banderas. A las doce y
media de la noche, actuaba la orquesta “Mar Azul” (alguno de vosotros se que la
recordareis) pero inexplicablemente a las tres de la tarde ya había jubilados
en la primera fila, vestidos de negro, a setenta grados a la sombra, con un
bocadillo en la mano, mirando a los trabajadores. Faltaban tan solo nueve horas
para el concierto de la orquesta “Mar Azul". Luego, empezaron a montar las
barras móviles y las chicas del pueblo empezaron a ponerse más horteras que
nunca, unas porque iban a trabajar de camareras y otras porque querían ligarse
al “Javi” el cantante de la orquesta.
Cuando llegaba la noche, empezaba el despiporre, aún recuerdo con
cierto asco, el momento de cuando alguien iba a la barra a pedirse un cubata y
le abrían una botella de Jimmy Cola de 15 litros, se lo ponían en un vaso de
tubo de plástico, mientras la chica hortera cogía los hielos con la mano.
Las abuelas de la primera fila llevaban cinco horas dormidas,
menos una que se había muerto de insolación a las cuatro y cinco de la tarde.
Llegaba el momento más esperado de la noche, salía el escenario la orquesta
“Mar Azul”, el más joven era el “Javi” tenía sesenta y dos años. Todos llevaban
una permanente horrorosa con mechas y un smoking bien entalladito. Todavía no
habían empezado a actuar y la gente ya estaba gritando: ¡Otra, otra, otra,
otra, otra! Ellos se sonreirían, se miraban y decían: “¡ei, ei, probando,
probando, wou, hola, si, si, wou!".
Cuando después de tres horas de horrorosas canciones, acababa el
concierto de la orquesta “Mar Azul”, empezaba la disco móvil con DJ Pepote, que
era el hijo del dueño de la ferretería del pueblo. Era el más moderno porque
llevaba un pendiente y eso le otorgaba la autoridad de seleccionar la
música.
Recuerdo como todo el mundo bailaba, los niños corrían con un
cigarro en la boca porque ese día se podía fumar, era la fiesta del pueblo. Los
más rebeldes del pueblo ponían a Tino Casal a todo volumen en un “loro” de los
de antes, mientras estaban en sus motos bebiendo calimocho.
Por esto y por el señor José Luis Rodríguez Zapatero, ¡me voy de
este país! ¡No aguanto más! Por eso voy a vender todas mis propiedades en la
Marbella de Galicia (Vigo): vendo mi casita en la playa y la que tengo situada
en el monte Galiñeiro. Vendo todo, incluso aquello que más amo como
Floppy (mi choche). No puedo seguir en un país en el que hay toros y
verbenas de pueblo.
Se despide de todos vosotros, el líder espiritual de
Nosoyunmendrugo,
Señor Rato Raro