Todos los días
cuando salgo de mi loft, tengo la horrible sensación de que me olvidado algo,
lo que me lleva a comprobar obsesivamente todos los bolsillos de mi traje y
maletín del portátil, lo cual creo que yo, es una soberana estupidez, ¡con una
vez tendría que ser suficiente! Pero no puedo...siempre tengo la impresión de
que me dejo algo demasiado importante, incluso cuando corroboro que me llevo
todas las cosas: clínex, llaves, cartera, USB, pincho de internet, pluma, molesquine,
tarjetas de visita, barra de cacao, caramelos de menta, chicles, cepillo de
dientes, hilo dental, mini pasta de dientes, escarabajo de la suerte, etc.,
sigo teniendo esa maldita sensación, y en contra de toda lógica, vuelvo a
comprobarlo al menos ocho veces más. Mi neurosis obsesiva acaba anulando al
raciocinio de mi única neurona y después de verme varias veces en el espejo
(sobre todo para ver que no llevo ningún moco en mis fosas nasales), vuelvo a
comprobar que mi cartera sigue estando ahí, pero ya no encuentro...mis llaves,
y vuelvo a empezar otra vez con ese maldito ritual desde el principio, hasta
que el reloj acaba rompiendo ese bucle infinito diciéndome: te quedan 12:25
minutos para llegar al curro, tienes que dejarlo. Entonces me marcho enfadado
conmigo mismo, repitiéndome que por culpa ser un puto neurótico, voy a
volver a llegar tarde otra vez. Lo peor es que por el camino sigo
teniendo esa estúpida sensación de haberme olvidado algo y no paro de limpiarme
la nariz con un clínex que por suerte no me he olvidado.
Todo esto me hace
sentir un maldito neurótico, me odio a mismo por ser así, mi neurosis siempre
acaba venciendo a la lógica, y mi razón acaba deprimiéndose porque nadie le
hace caso, terminando por hacerse amiga de mis sentimientos, quizás la parte
más sensible e insegura de mí. Todo esto hace que mi vida se esté convirtiendo
en un caos, viviendo constantemente en un enorme mar de dudas, que
impiden que me aclare. Así por ejemplo, cuando estoy conduciendo y tengo que
decidir si giro a la derecha o a la izquierda en el mismo camino que he hecho
al menos 20 veces, hago un repaso a todo lo que tengo guardo en el disco duro
de mi memoria, el cual agobiado por mi neurosis me responde: “creo que la
derecha, pero no estoy seguro”, ¿por qué no consultas con la intuición?”, la
intuición presa del pánico por mi neurosis me acabo diciendo: “mmmm, yo diría a
la izquierda” ,¡joder ese camino de ahí me suena!, pero también puede ser
porque los haya visto en alguna foto, ¡REDIOS!, “estoy actuando como la
lógica”. En ese momento solo pienso: “¡actúa rápido!” sino la puta maldita
neurosis volverá acabándote loco.
Cada vez siento
que estoy más loco, estoy perdiendo todas mis facultades mentales, ya no tomo
ninguna decisión, solo me queda ponerme el pijama para convertirme en ese antihéroe
irresponsable y dicharachero que ocupa la parte más oculta de mi cerebro, a la
que acabo consultando: “oye Rato, tú qué harías izquierda o derecha”, y Rato me
acaba diciendo: “Pues derecha, ¡qué cojones importa!, siempre me consultas
cuando tu neurona e intuición falla, pero recuerda que a mí no me puedes pedir
responsabilidades”.
Después de haberme
montado toda esa paja mental, decido que la derecha, igual podría haber dicho
la izquierda, pero como Rato es un tío tan seguro me acabo fiando de él. Así
que giro a la derecha, y entonces cuando no han pasado ni 4,53 segundos, por un
descuido de mi neurosis, mi neurona me comunica vía “flash back” que me he
vuelto a equivocar de camino, igual que las últimas tres veces que he pasado
por allí. Una mala hostia empieza recorrer mi cuerpo, mientras mi ego baja al
inframundo, y el caos interior vuelve a reinar, dando finalmente paso a una
neurosis compulsiva que no para reírse a carcajada limpia de mí. Sé que
es su momento de gloria, porque sabe que me estoy poniendo muy nervioso. En ese
preciso instante sé que ya no puedo hacer nada, ¡se ha apoderado totalmente de mí!
Así que cuando llego a donde dios quiera que sea, estoy agotado después de tan
tremenda lucha interior. Gracias al poco ego que me queda, consigo
echarle la culpa algún jefe, compañero, cliente, amigo/a y
mis principios secuestrados por mi neurosis, acaban derrotados, dejando que mi
mente tenga pensamientos impuros como: “Maldito hijo de su madre, estos “gilis”
no paran de sacarme de quicio, ellos son los culpables de mi puta neurosis y no
yo, sino fuera porque soy un santo, mandaba a toda esta pandilla de anormales
al carajo, me sacrifico siempre por ellos y me acaban volviendo loco”.
¡Bueno que le voy
hacer! Después de todo este rollo, me despido porque tengo que ir a la iglesia
para confesar todas aquellos pecaditos que puede haber cometido por culpa de
los demás.
Os quiere a pesar
de todo,
Rato Raro