Esta pregunta no paro de repetírmela. En qué momento comenzó esta absurda dependencia. Esta medicina que me ha ayudado a resistir mis más profundos abismos emocionales. En qué instante decidí luchar contra las pocas neuronas que me quedan. En qué segundo me quede en cueros para que poder ser criticado por lo que siento y no por lo que digo.
Creo que la verdad es que escribo porque me encanta divagar y conocer hasta que punto lo absurdo puede apoderarse de mi mente. Sinceramente no se si sería un buen guionista de los Fruitis pero adoro escribir sobre las cosas más dispares. Escribo porque simplemente no se dibujar. Me gusta pintar las historias que recorren mi masa gris de distintas maneras. Cojo el pincel para desahogar mi ansiedad, como diría un amigo por “autoayuda”. Hago mis retratos para que las palabras fluyan tal y como me salen, sin buscar la palabra adecuada, sin corregir su redacción, porque he perdido la goma de borrar.
Escribo por que no me importa perder, a pesar de lo que piensen algunos de los que me conocen. Escribo para desahogar todas mis frustraciones, para poder materializar mis incoherentes teorías por las que a lo largo de mi vida fui tan duramente criticado. Escribo porque en el fondo quiero demostrar que en todo lo que digo tengo mi parte de razón.
Escribo porque muchas veces me siento muy solo. Porque quiero compartir mis tristes sensaciones en medio de este aislamiento. Para poder seguir haciendo catarsis de toda la desesperación que recorre mi cuerpo. Para gritar al espacio que estoy aquí aunque nadie me oiga. Escribo para aprender a sentirme acompañado. Para saber que es eso de la fe. Para recibir un comentario que diga que entiende o comparte algo de lo que escribo.
Escribo para demostrarle a todo el mundo, que yo también se lo que es odiar, querer, obsesionarse, aburrirse, angustiarse, detestarse, no perder la esperanza, enamorarse, ilusionarse…Escribo porque no me importa que la gente sepa que sufro un desorden mental transitorio.
Escribo para poder criticar a toda esa gran cantidad de hipócritas y resentidos que me rodean. Escribo porque soy adicto a la provocación, para desenmascarar a los que nos engañan con sus falsas apariencias. Escribo porque no me importan que me insulten y me aborrezcan, la costumbre es el mejor antídoto. Quiero demostrar que no soy como ellos, sino un tipo normal que no tiene mal fondo. Escribo hasta que me dejen escribir.
Pero sobre todo, escribo porque mi alterego me lo pide. Se que se apodera de mi, que revisa cada una de mis palabras, si tú que me acompañas en cada una de mis tristezas y alegrías. Se que esta riendo mientras escribo este post. Lo sé. Escribo porque solo él sabe mi verdad, aunque no entienda mis contradicciones. Escribo porque durante un Rato me olvido de mi cuando termino cada post. Escribo porque creo que todavía queda algo en mí de soñador.
Escribo en este aburrido blog, que tanto detesto y amo, porque me sale de la web. Porque todo lo que escribo me olvido de censurarlo. Escribo para perdonarme y olvidar cada uno de mis errores. Para lavar mi conciencia y desnudar mis emociones. Escribo, finalmente porque realmente no soy yo quién escribe
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