Dos Santiagos venera España:
el viejo apóstol gallego
evangelista de Cristo,
y el guerrero de los castellanos
degollador de moros.
Uno es el tío Santiaguiño
- como dicen nuestros campesinos-
aquel que tomaba tazas de vino
con mis abuelos,
mientras les hablaba de un Cristo
que murió para salvarnos.
El otro fue aquel hijo del trueno
que portador de un fanático misticismo,
vino del Cielo montado en un caballo blanco,
armado como un caballero,
para luchar en Castilla,
saciando su sed
con la sangre de los hijos de Ala.
Mientras este bravo conquistador,
auriga de la muerte,
hizo un cementerio de moros,
nuestro Santiaguiño allá en el cielo
lloraba desconsolado,
implorando al Divino Maestro
que se cumplieran las palabras de aquel ángel que dijo:
"Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".
Se quedaron estáticos todos los cristianos
ante la majestad del bravo apóstol,
nadie se preocupo de mirar aquel Santiaguiño
que se deshacía en lágrimas
implorando paz para la humanidad.
Solo unos pocos gallegos
que perdieron a sus hijos en la guerra,
rezaron junto al Santo Apóstol,
y entonces decidieron nombrarlo
patrón de Galicia.
Nunca aquellos buenos hombres
pudieron hacerle una catedral.
Un abrazo,
RATO
el viejo apóstol gallego
evangelista de Cristo,
y el guerrero de los castellanos
degollador de moros.
Uno es el tío Santiaguiño
- como dicen nuestros campesinos-
aquel que tomaba tazas de vino
con mis abuelos,
mientras les hablaba de un Cristo
que murió para salvarnos.
El otro fue aquel hijo del trueno
que portador de un fanático misticismo,
vino del Cielo montado en un caballo blanco,
armado como un caballero,
para luchar en Castilla,
saciando su sed
con la sangre de los hijos de Ala.
Mientras este bravo conquistador,
auriga de la muerte,
hizo un cementerio de moros,
nuestro Santiaguiño allá en el cielo
lloraba desconsolado,
implorando al Divino Maestro
que se cumplieran las palabras de aquel ángel que dijo:
"Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad".
Se quedaron estáticos todos los cristianos
ante la majestad del bravo apóstol,
nadie se preocupo de mirar aquel Santiaguiño
que se deshacía en lágrimas
implorando paz para la humanidad.
Solo unos pocos gallegos
que perdieron a sus hijos en la guerra,
rezaron junto al Santo Apóstol,
y entonces decidieron nombrarlo
patrón de Galicia.
Nunca aquellos buenos hombres
pudieron hacerle una catedral.
Un abrazo,
RATO
3 comentarios:
¡Santiago y cierra, RATO!
Gracias por haberme dejado tu comentario razonesobvias, son siempre tan profundos...,
Un abrazo,
RATO
Santiago es una ciudad preciosa, me encanta cuando en verano cae la noche y se encienden las luces de las calles y también se ilumina la catedral. Hay momentos en los que, cuando camino por esa ciudad, creo haber retrocedido en el tiempo.
un saludo!
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