Los animales de compañía, despiertan sobre mi un sentimiento ambiguo, aunque algunos puedan pensar que los odio, no es cierto, simplemente no me entusiasman los animales. No me gusta tocar ni acariciar a los gatos o a los perros, prefiero que estén a una cierta distancia, que me proteja de posibles contactos con sus babas o con la infinidad de enfermedades que puedan transmitirte. Y ya no prefiero decir nada si la mascota es un “bicho” como una pitón, una iguana, hámster…
Además no me gusta que depositen sus excrementos en las alfombras, se meen en las paredes, se coman tu comida… y como agradecimiento a todo esto, les tienes que sacar a pasear, bañar, darles de comer…
La función principal de una animal de compañía esta en hacernos compañía, en nuestras propias casas, para que nuestros hogares irradien felicidad, alegría, amor y un olor a desagüe increíble. La gente compra animales para diferentes motivos como rellenar el gran vacío existencial de algunos y satisfacer los bajos instintos sado-masoquistas de otros. Mientras ellos se acostumbran a ser simpáticos y cariñosos, transmitiendo con esa mirada de amor, la ternura y sus reprimidas ganas de morderte los huevos.
Pero al contrario, de la idea que os habéis poder hecho después de estas palabras, hay una parte de mi que tiene un profundo amor por los animales. Supongo que porque en el fondo soy uno de ellos.
Pero lo odio, es algunos animales vivan esclavizados como mascotas, debería abolirse, nunca he visto un ejemplo más claro de privación de la libertad. Se viene a la cabeza, la última vez que visite a mi hermano, y me comentaba todo emocionado, como le corto el rabo y las orejas a un cachorro, de no se que raza de perro, uno de esos enormes y negros que meten miedo, y que por suerte todo había salido bien.
Yo tengo que reconocer que muy enojado le dije: “¿El perro te pidió que le apuntaras parte de su cuerpo?, ¿Un día se levanto y te dijo, mira, esto de las orejas largas ya no se lleva, ahora lo que mola es tenerlas por la mitad?.
Muchas veces, pienso que el ser humano, es un ser perverso, nos creemos que somos los dueños de todo lo que hay en el planeta.
Supongo que es causa de la educación que recibimos ya desde muy pequeños, en las que nos inculcan que el ser humano es el único animal racional y que eso nos da licencia para hacer lo que queramos y si hace falta eliminar de la faz de la tierra aquello que nos moleste.
Cada vez que hablo de esto con alguien me preguntan si los animales de compañía no deberían estar en los hogares donde se encuentran, porque ya están acostumbrados y domesticados. A lo que no me canso de responder que entonces para qué “coño” abolimos la esclavitud si total ya estamos todos acostumbrados.
Os propongo una cosa, imaginaros por un momento que de repente aterrizada una nave alienígena y que ellos no entienden lo que decimos, para ellos es como si ladráramos. Ellos tendrían un coeficiente intelectual más elevado que el nuestro, y son físicamente son más grandes.
Los humanos más mendrugos empiezan a ir con ellos a todos lados, porque disfrutan de su compañía, pero unos días más tarde, aprovechando su superioridad física y mental, se las ingenian para ponernos bozales correas.
Al principio nos resistimos, pero después de varias generaciones, después de habernos cruzado y cortado las orejas, estaríamos domesticados, y cuando un alienígena le diga al otro, ¿Por qué no los devolvemos su hábitat natural a estos humanos?, el otro le va a contestar que su hábitat es estar con ellos porque ya estamos domesticados.