Tener acidez de estomago, ayuda a mejorar tu salud y la percepción
de la realidad. Me he dado cuenta de esta gran verdad, durante las noches de
Fin de Año y de Reyes. Mis problemillas de salud me han obligado a beber con
moderación, lo que me ha permitido ver tipos de dimensiones del mundo de la noche,
que hasta hoy, eran para mí, desconocidas.
La fauna crepuscular me apasiona. Una de las subespecies nocturnas
que más me ha llamado la atención, ha sido la camarera de discoteca. Este
curioso animalejo, se pavonea por las noches delante de machos alfa que le
piden copas, mientras le miran, si en al más mínimo disimulo, su trasero,
cuando estas cogen las botellas, y sus pechos, en el momento en el que les
ponen sus cubatas (lo que vulgarmente se llama un súper 3). Este tipo de
reacciones por parte de los machos cabríos, las van convirtiendo en el ser más
creído que existe en la sala, hasta al punto de creerse Diosas. Esa es la razón
de que nos miren como perdonándonos la vida cada vez que nos sirven ¿No se
darán cuenta de que son las únicas que curran cuando todos los demás estamos de
fiesta? ¿Y qué miden 20 centímetros menos cuando salen de detrás de la barra?
Tengo que reconocer que se mantienen monísimas durante toda la
noche, mientras, el resto de los mortales, nos vamos deteriorando como los
personajes de Walking Dead. Pero estoy seguro de que recién levantadas son como
la novia de Chucky, al fin y al cabo todos acabamos descomponiéndonos.
Mi última noche de marcha, me pase moviendo los brazos más de media
hora para pedirme un Campari, pero ninguna de las camareras se me acercó.
Estaban todas con unos metro-gilis tomando unos chupitos. Supongo que o bien no
me veían o bien pensaban que estaba haciendo señales algún avión para que
aterrizara.
Queridas camareras de locales de ocio nocturno: ir a joder a otro
a vuestra casa y hacer caso a vuestros clientes. Porque de gente como yo y de
mis poco agraciados amigos, sale vuestro sueldo. Y a los tontos que tenéis la esperanza de que os pongan una copa,
deciros que mejor os vayáis a bailar a la pista, por lo menos vuestros
movimientos de brazos van a cobrar algún tipo de sentido. Y sobre todo,
recordaros, que la camarera esa que tanto os gusta, esta liada con el cachas de
la puerta.
Un abrazo,
Rato Raro