domingo, 20 de diciembre de 2009

El día que deje de oír



Ya no recuerdo cuando…, pero un día note algo extraño en mi cuerpo, como si el silencio invadiera mi sistema inmunitario, y de pronto un nuevo mundo se abrió ante mí. Quería sentirlo, tocarlo, verlo con mis propios ojos, así que decidí salir a la calle, y vi un montón de gente que deambula por el mundo sin escuchar. Se que me miraba pero no me oía, hasta ese preciso día, no me di cuenta de lo importante que es entender y que te entiendan.
Estaba sordo pero podía hablar, incluso gritar, pero ni yo ni nadie me escuchaba. Estaba frustrado, sólo, desvalido…Hasta que una frase de repente llego a mi mente y no dejo de repetirse: “Hay verdades que molestan y preferimos no escuchar”. Aquella afirmación era una verdad como un templo, me acuerdo cuando era un fumador empedernido, y sabiendo todos los males que producía cada cigarrillo sobre la salud, no quería escucharlo, porque sino tendría que reconocer que tenía una adicción y debería hacer un esfuerzo para liberarme de las cadenas que me daban placer.
No quería enfrentarme a todos los miedos y frustraciones que se guardaban detrás de esa cortina de humo. Se que es dífícil dejarlo, lo digo por propia experiencia. Nadie en su sano juicio, salvo que fuese un mendrugo, seguiría fumando al saber que lo que se esta inhalando son “minipuntos” para un cáncer de pulmón.  Miles de millones de personas siguen fumando a pesar de ello. Quisiera encontrar las respuestas de ¿Por qué les gusta o por qué lo hacen? Supongo porque no escuchan, porque es molesto hacerl frente a ciertas verdades.
Sólo escuchan lo que quieren, por ejemplo, ahora sólo escuchan que nos quieren imponer una ley antitabaco en los establecimientos hosteleros, que viene a robarles la libertad, ¡Dios mío, pero que mundo más injusto!, ahora tendrán que fumar en la calle, y ya tendrán otra cosa por la que preocuparse “la pulmonía”.
Aunque pueda criticarlo, lo comprendo, supongo que simplemente nos protegemos de nuestros miedos, y sólo nos revelamos y mostramos nuestra discordancia, con cosas nimias a simple vista, pero que inciden sobre ellos.
Solo queremos que nos que nos digan lo listos que somos y que todo marcha bien. Si alguien nos critica, nos molestamos al instante y nos justificamos pensando que aquellos que nos critican, lo hacen por celos, envidia o simplemente de porque carecen de la suficiente masa gris, para darse cuenta de que somos nosotros y no ellos, los que estamos en la posesión de la verdad. Como diría un especialista en marketing “es un arma estratégica para no escuchar”, el miedo y la inseguridad forman un enorme tapón cera.
¿Por qué somos tan mendrugos para no reconocer nuestros defectos?, debemos ser conscientes que a diferencia de las viejas leyes de la microeconomía, vivimos en un mundo imperfecto y eso, aunque no seamos capaz de verlo, nos hace seres imperfectos, con nuestros defectos y virtudes.
Es como el Yin y el Yang, no puede convivir el uno sin el otro, del mismo modo que no conoceríamos la alegría sin la tristeza. No creo, que podamos cambiar nuestros defectos pero en cambio, si lo logramos superar la ignorancia que nos ciega, tenemos la posibilidad de aprender y superarnos a través de ellos. Nuestros defectos al igual que son los de una crisis en nuestra economía, nos dan la oportunidad de mejorar, de corregir errores pero y si no los escuchamos….
Se dice que Dios le da pan al que no tiene dientes y yo digo que Dios da oídos al que no quiere oír. Por momentos me pregunto si la vida es demasiado irónica o simplemente se trata de una ley de compensación. Por un lado nos lo dio y por otro lado  no lo quita. Cuanto más vueltas le doy al asunto siempre llego a la misma conclusión: “La vida es un aprendizaje continuo”. Todo parece tan injusto, ante nuestros ojos, la vida se presenta como una enorme ecuación imposible de resolver y aquí me encuentro de nuevo, siendo golpeado una y otra vez en mi ego, mientras me resisto a escuchar su mensaje de humildad.
Lo acepto o no, pero si lo acepto, me fastidio. Noto que mi vida mejoró notablemente el día que acepté mi deficiencia; antes de eso vivía en el desasosiego. Todo cambio, cuando fui a terapia, y reconocí: “Soy sordo, ¿puedes repetirme?
Ahora entro de vez en cuando en otros blogs y me siento aliviado cuando me doy cuenta que no estoy sólo, ellos tampoco escuchan, se que tengo que ayudarles, abrirles los ojos, deben aprender a que son sordos. Algunos aunque no me oyen, me responden, y me dicen que me aprovecho de mi sordera para hacerme la víctima. Lo encuentro tan injusto pero tengo que aceptarlo, es una lección de humildad para mí, aceptar que no te escuchen y te critiquen. Supongo que la paciencia es otro factor determinante para mi crecimiento, tengo que aprender a escuchar a los mendrugos, a los ignorantes, a los mudos. La sordera es una deficiencia invisible, los individuos  llamados “normales”, no la registran y no se imaginan que tú reacción se debió a que no oíste.
La vida es realmente injusta por momentos y me doi cuenta que sólo la disfruto cuando no la quiero entender. Tenemos que vivir con lo que tenemos, vivir  pesar de los malos momentos, de la incomprensión, de las injusticias. Hay gente que tiene todos los sentidos y no quiere aprovecharlos, porque la respuesta se encuentra en un lugar más profundo, donde se aloja nuestra alma. Mientras escribo esto me siento un poco ridículo, parece que estuviera todo puesto de marihuana, así por lo menos tendría una disculpa, para castigar vuestras mentes, pero no, me sale así de natural. Pensándolo bien, tengo este blog para esto, para aprender a conocerme, para entender aquellos que no entiendo, para comprender su ignorancia, para simplemente estar más cerca de lo que he estado tan lejos.
Después de semejante desbarre, se despide,
 RATO

2 comentarios:

Soyunmendrugo dijo...

No tengo alma, sólo humo en los pulmones. Mi corazón sólo late, sólo es un saco lleno de sangre que se renueva en cada latido (lo he escuchado hace poco). No estoy sordo, sólo tengo cera en los oídos. Me alegra que hayas dejado de fumar, a lo mejor ahora vives más.

Me alegra que hayas aprendido a escuchar, a ver si ahora eres capaz de entender lo que escuchas.

Rato Raro dijo...

Ojala, tengas la misma suerte que yo y consiguas desarrollar un poco la masa gris, para poder entender lo que lees.